“Yo quiero tener un millón de amigos y así más fuerte poder cantar”, decía la memorable canción de Roberto Carlos. Quizás esto sólo pu...
Pero aunque no podamos tener un millón de amigos, sí podemos tener amigos que valen por un millón.
Signos de una buena amistad
Los ingredientes de cualquier amistad incluyen un mutuo deseo de compañerismo y, quizás, un vínculo común de algún tipo. Pero más allá de estas cosas, una amistad genuina envuelve un sentir compartido de cuidado y preocupación, y un deseo de ver al otro crecer y desarrollarse, teniendo éxito en todos los aspectos de la vida.La verdadera amistad involucra acción:
- Dar sin esperar nada a cambio.
- Ayudar a avanzar al otro, a crecer en sus cualidades y aptitudes.
- Proteger —lo que incluye llamar la atención, advertir, defender.
- Compartir tiempo, recursos y conocimientos con el deseo de ver al otro surgir. Estar pendiente del otro, buscando la manera de estar cerca.
- Y por supuesto, ¡celebrar! Organizar encuentros y actividades con el único fin de pasarlo bien.
3 requisitos indispensables
Entre diversos elementos que podríamos mencionar, hay tres que son requisitos indispensables para cultivar una buena amistad:1. Relacionamiento
Aquellos signos que mencionamos más arriba llegan a existir únicamente donde hay relacionamiento. Muchas personas dicen, “Oh, él es un buen amigo mío”, mientras que nunca se toman el tiempo para compartir con ese “buen amigo”.
La amistad toma tiempo: tiempo para conocerse, tiempo para construir recuerdos, tiempo para invertir en el crecimiento el uno del otro.
2. Confianza
La confianza es esencial a la verdadera amistad. Todos necesitamos a alguien con quien podamos compartir nuestras vidas, nuestros pensamientos, sentimientos y frustraciones. Es un hecho que necesitamos ser capaces de compartir nuestros más profundos secretos e inquietudes con alguien, ¡sin preocuparnos de que estarán en Internet al día siguiente!
Fallar en ser confiables puede destruir cualquier amistad en un instante. Fidelidad y lealtad son claves para una verdadera amistad. Cuando estas faltan, a menudo nos sentimos traicionados, abandonados y solos. En la verdadera amistad no hay murmuraciones, ni malas sospechas, ni rechazos.
3. Responsabilidad
La verdadera amistad requiere ciertos factores de responsabilidad. Los verdaderos amigos se alientan el uno al otro, y se perdonan el uno al otro donde ha habido una ofensa. Los verdaderos amigos se apoyan durante los tiempos difíciles, y son fieles.
En la verdadera amistad es donde el amor incondicional puede desarrollarse. Amamos a nuestros amigos sin importar qué, y siempre queremos lo mejor para ellos. Como en la película La era de hielo, la verdadera amistad es el vínculo que permite a un mamut, un tigre y un perezoso aprender a ser una manada, hasta ser capaces de exponer su vida el uno por el otro.
Se requiere intencionalidad
Es cierto que las relaciones en la vida real involucran distintos niveles de amistad, y eso está bien. Pero los seres humanos hemos sido creados por Dios para buscar relaciones profundas y duraderas. Es nuestra necesidad. ¿Quién no quiere tener buenos amigos?Sin embargo, a menudo nuestra sociedad individualista sólo ofrece relaciones superficiales y vacías, y si queremos algo más real, debemos trabajarlo. Las buenas amistades no se forman por casualidad. No las disfrutamos sin mucho esfuerzo y trabajo. Para tener buenos amigos, cada persona tiene que aprender a ser un buen amigo.
El libro bíblico de Proverbios nos enseña algunas cosas interesantes sobre esto. La palabra hebrea más común para “amigo” (rea) también quiere decir “prójimo”, y posee una gama de connotaciones bastante amplia. En el extremo más lejano significa meramente “el otro”, mientras que en el más cercano significa una persona con quien se tiene un íntimo compañerismo. La intencionalidad en cultivar la relación determina el punto.
La amistad en el libro de Proverbios
Fijémonos en estas características del buen amigo en Proverbios.1. La constancia
En el libro de Proverbios, los amigos en el tiempo bueno son muchos (Pr 14.20; 19.4, 6, 7), pero hay amigos que son “más fieles que un hermano” (Pr 18.24), y uno que ama “en todo tiempo” (Pr 17.17). Si alguien desea disfrutar esta clase de amistad, el libro primero le exhorta a ser una persona que no desampara a sus amigos, sobre todo, un amigo de la familia: “No abandones a tu amigo ni al amigo de tu padre. No vayas a la casa de tu hermano cuando tengas un problema. Más vale vecino cercano que hermano distante” (Pr 27.10).
El autor menciona al “hermano”, no para minimizar su ayuda. Más bien el proverbio subraya lo valioso de la ayuda de un amigo por la comparación alta con el hermano.
2. La sinceridad
Nos referimos a la lealtad y franqueza. El amigo verdadero quizás tenga que reprender o hacer una crítica constructiva de vez en cuando, sin embargo, “fieles son las heridas del amigo” (Pr 27.6 LBLA). Las heridas se refieren a la crítica constructiva o a una acción que al principio lastime al amigo. Sin embargo, a la larga, estas reprensiones son para el bienestar del otro.
La palabra hebrea traducida aquí “fieles” quiere decir “firme, de fiar, fidedigno, digno de confianza”. El amigo verdadero “hiere” al otro siempre que sea necesario (“fielmente”), para lograr el bien del otro. O la idea también puede ser que uno puede confiar en que su amigo le “hiera” solamente con el propósito de edificar. El hombre que reprende a su amigo, recibirá después las gracias (Pr 28.23).
3. El consejo
Hay dos elementos en esto del consejo. El buen amigo debe de manifestar ambos: el animar y el advertir.
Por un lado, está el agradable efecto de la comunión de un amigo que alienta: “El ungüento y el perfume alegran el corazón, y el cordial consejo del amigo, al hombre” (Pr 27.9 RV60). Vemos un ejemplo de esto en 1 Samuel 23.16, cuando “Jonatán hijo de Saúl fue a ver a David en Hores, y lo animó a seguir confiando en Dios”.
Por el otro, está el saludable efecto del roce de personalidades o de opiniones: “El hierro se afila con el hierro, y el hombre en el trato con el hombre” (Pr 27.17).
Los amigos y la salud
Sorprendentemente, más y más estudios científicos están demostrando que mantener lazos amistosos fuertes y regulares es bueno para la salud física y mental. Dos de estas investigaciones provienen de las universidades de Oxford y Carnegie Mellon, y revelan que tener grandes amigos:- Da una sensación de bienestar.
- Ayuda a atenuar dolores físicos.
- Reduce el nivel de cortisol, la hormona del estrés.
- También reduce el riesgo de contraer resfriados e infecciones del tracto urinario y de problemas cardiovasculares e inmunológicos.
- Es una fuente de producción de endorfinas, cuya capacidad analgésica es más fuerte que la morfina y cuyo efecto de bienestar es compa- rable al de otros opiáceos.
- Personas con cáncer responden mejor al tratamiento y tienden a vivir el doble de las que no cuentan con amistades profundas.
Lo que uno pierde al no tener amigos
Considerar los enormes y múltiples beneficios que aporta la buena amistad a nuestras vidas, debe ayudarnos a considerar, por otro lado, lo que uno pierde al no cultivar amistades profun- das. Esto es especialmente relevante para la vida del líder cristiano.Ser líder o pastor es una de las tareas más exigentes, y las cargas mentales, físicas, espirituales han llevado a muchos pastores a sucumbir al agotamiento. En consecuencia, el número de pastores que experimentan soledad es muy alto. En este sentido, Pablo Martínez Vila, psiquiatra, escritor y conferenciante evangélico español, afirma que “todo líder debería contar con una o dos personas de confianza y reunirse con ellas un par de veces al año”, para “renovar la visión y las fuerzas, y a la vez como una forma de rendir cuentas”.
Existe mucho riesgo en el ministerio pastoral solitario. Según Martínez, “la soledad en el ministerio es un caldo de cultivo donde germinan pecados que encuentran allí un hábitat favorable para crecer. El silencio ante los problemas y la tentación, el aislamiento y la soledad son enemigos que el pastor debe reconocer y combatir con “La cantidad y calidad de nuestras relaciones sociales afectan nuestra salud física y mental, e inclusive nuestra longevidad.” denuedo”.
¡Cuánto daño ha causado la soledad a tantos ministros del evangelio y a la iglesia del Señor!
En este punto, necesitamos imitar decisivamente el ejemplo de nuestro Maestro, quien siendo un líder con muchas ocupaciones, presiones y exigencias, tomó la iniciativa en cultivar amistades significativas en medio de Su ministerio. A pesar de no poder compartir más que ocasionalmente con algunos de sus amigos, como los hermanos Marta, María y Lázaro, disfrutó de la compañía de ellos y su hospitalidad. Y a sus discípulos más cercanos les declaró enfáticamente: “Ya no los llamo siervos, porque el siervo no está al tanto de lo que hace su amo; los he llamado amigos, porque todo lo que a mi Padre le oí decir se lo he dado a conocer a ustedes” (Jn 15.14–15).
Y usted, ¿tiene amigos así? Sea proactivo en cultivarlos.
Fuentes:
- B. Yagel & J. hansen. Construya mejores relaciones. Nashville, TN, EUA: Grupo Nelson.
- N. Rhode. El valor de la amistad. D.F., México: Selector.
- M. Reeves. Estudios sobre el libro Proverbios. En línea: http://bit.ly/estudiosProv
- AllAboutGod.com. “True Friendship”. En línea: http://bit.ly/trueF
- C. Rodríguez. “La droga que todos necesitamos”. En línea: http://bit.ly/CR-amistad
- ProtestanteDigital.com. “La soledad en el ministerio es un caldo de cultivo para el pecado”. En línea: http://bit.ly/PM-soledad