Si, leíste bien… ¡los maestros tenemos que evaluarnos! ¿Qué tenemos que evaluar? Por un lado nuestra tarea y por otro, y más importante, a...
Si, leíste bien… ¡los maestros tenemos que evaluarnos! ¿Qué tenemos que evaluar? Por un lado nuestra tarea y por otro, y más importante, a nosotros mismos.
¿Estamos preparados espiritualmente?
Nos preparamos cuando cada día nos encontramos con el Maestro. Abrimos su Palabra y conocemos lo que tiene para nosotros, cuál es su plan y propósito para nuestras vidas. Hablamos con él, agradeciéndole por sus cuidados y bendiciones, intercediendo por otros, poniendo en sus manos nuestros sueños y preocupaciones, alabándole por lo que hace en nuestras vidas y adorándole por quién es.
Nos preparamos cuando cada día nos presentamos ante el Maestro y pedimos perdón por aquellas actitudes, sentimientos, palabras, intenciones… pecados que hemos cometido. Buscamos la santidad y la llenura del Espíritu Santo para que el fruto se manifieste en nuestras vidas y de esta manera ser un instrumento útil en sus manos.
Nos preparamos cuando somos parte de la iglesia del Maestro, cuando participamos de los cultos y las actividades, cuando recibimos en su Casa para dar a otros.
¿Hiciste el test? ¿Estás preparado?
Dios quiere usarte, a ti te toca prepararte.
Por Ana Capurro y Analía Bello
¿Estamos capacitados?
Si bien la enseñanza es un don que el Señor nos regaló, es importante capacitarnos para realizar la tarea con mayor excelencia. Estudiar, investigar, nutrirnos para transmitir las verdades bíblicas de la mejor manera. ¡Proponete este año mejorar esta área de tu vida!¿Estamos preparados espiritualmente?
1. Para poder enseñar sobre el Maestro tenemos que conocer al Maestro.
Y esto solo se logra teniendo “intimidad” con el Maestro. Si queremos conocer más a otra persona, necesitamos dedicar tiempo para estar juntos, conversar, compartir experiencias buenas y no tanto. ¿Cuánto tiempo dedicas a conocer al Maestro? ¿Conversás con él? ¿Le permitís estar en tus experiencias buenas y malas? Acércate como el salmista: “Oh Jehová, de mañana oirás mi voz; De mañana me presentaré delante de ti, y esperaré.” Salmo 5:3Nos preparamos cuando cada día nos encontramos con el Maestro. Abrimos su Palabra y conocemos lo que tiene para nosotros, cuál es su plan y propósito para nuestras vidas. Hablamos con él, agradeciéndole por sus cuidados y bendiciones, intercediendo por otros, poniendo en sus manos nuestros sueños y preocupaciones, alabándole por lo que hace en nuestras vidas y adorándole por quién es.
2. Para poder enseñar sobre el Maestro tenemos que permitir ser usados por él.
Él nos hizo maestros y nuestra motivación tiene que estar en ser instrumentos en sus manos. Poner nuestras vidas a su disposición para que él Espíritu Santo sea quien enseñe a través nuestro. Pero esto solo es posible, si nuestras vidas están limpias, si no tenemos pecados sin confesar. Sigamos el consejo de Pablo a Tmoteo: “Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse…” 2ª Timoteo 2:15Nos preparamos cuando cada día nos presentamos ante el Maestro y pedimos perdón por aquellas actitudes, sentimientos, palabras, intenciones… pecados que hemos cometido. Buscamos la santidad y la llenura del Espíritu Santo para que el fruto se manifieste en nuestras vidas y de esta manera ser un instrumento útil en sus manos.
3. Para poder enseñar sobre el Maestro tenemos que estar en comunión con otros.
El maestro es parte del cuerpo de Cristo. La mano por más útil que sea no puede cumplir su función fuera del cuerpo, necesita del resto. El maestro no puede ser útil si no está en comunión con la iglesia. ¿Participas de las demás actividades que no son tu clase? ¿Asistís a los cultos para nutrirte de la Palabra de Dios? Recuerda, no se puede dar lo que no se recibe.Nos preparamos cuando somos parte de la iglesia del Maestro, cuando participamos de los cultos y las actividades, cuando recibimos en su Casa para dar a otros.
¿Hiciste el test? ¿Estás preparado?
Dios quiere usarte, a ti te toca prepararte.
Por Ana Capurro y Analía Bello