Cuando Cristo se vuelve nuestro foco central, nuestra razón de existir, la satisfacción reemplaza nuestra ansiedad, así como nuestros tem...
Cuando Cristo se vuelve nuestro foco central, nuestra razón de existir, la satisfacción reemplaza nuestra ansiedad, así como nuestros temores e inseguridad.
Charles R. Swindoll nos recuerda en su libro “Sonríe otra vez” que si Cristo ocupa ese lugar; esto no puede menos que hacer un impacto en los tres principales ladrones de gozo en nuestra vida:
- Él amplía las dimensiones de nuestras circunstancias. Esto nos brinda nueva confianza. Las cadenas que una vez nos ataron e irritaron ya no parecen hacer el efecto de molestarnos. Nuestras limitaciones se convierten en un reto más que en una molestia.
- Él nos libera de las preocupaciones por lo que otros piensan de nosotros. Eso eleva nuestro nivel de satisfacción. Las opiniones, motivos y críticas de otra gente ya no parecen importantes.
- Él calma nuestros temores con respecto a nosotros mismos y nuestro futuro. Esto nos proporciona una ráfaga de esperanza fresca cada día. Una vez que se quita un temor, es notable cuán rápidamente llena la paz ese vacío.