
En el libro “101 mejores ideas para trabajar con grupos pequeños”, de la Editorial Mundo Hispano, David Boehi habla de dos claves para desarrollar nuestros propios materiales de estudio: 1) Nunca explique cuando pueda preguntar, y 2) Conozca a su público.
La primera se refiere a que, en vez de siempre explicar los conceptos que deseamos trasmitir –cosa que, por supuesto, es necesario para ciertos temas–, es recomendable propiciar la reflexión y el diálogo mediante preguntas específicas que hagan a los participantes pensar, compartir sus opiniones, considerar sus propias experiencias y aprender juntos.
La segunda destaca la importancia de saber cómo son las personas a quienes se dirige el estudio bíblico, aparte de sus edades, procedencias y principales datos personales:
- ¿Por qué están participando en este estudio? ¿Qué quieren lograr de él?
- ¿Cuánto conocen de la Biblia? ¿Qué saben ya sobre este tema?
- ¿Qué desafíos enfrentan en este momento?
- ¿Qué hacen en su tiempo libre?
- ¿Es un tema de su interés? ¿Hay algún aspecto del mismo que despertaría más su interés?
- ¿Qué está pasando en nuestra sociedad que se relaciona con el tema? ¿Cómo puedo incluirlo en el estudio?
- Determinar un equilibrio apropiado entre aprender contenido bíblico y participación personal.
- Desarrollar preguntas de aplicación que apunten específicamente a necesidades percibidas.
- Agregar variedad y originalidad a sus estudios.
La sugerencia final es realizar periódicamente encuestas entre los participantes del grupo, acerca del material y los temas que se están estudiando, para saber si realmente están satisfechos con los mismos y qué aspectos se deben cambiar o mejorar.
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