Rubén Proietti está casado con Adriana desde hace 40 años. Tiene 4 hijos que son Matías, Carolina, David y Jonatán y 5 nietos. Estudió K...
Rubén Proietti está casado con Adriana desde hace 40 años. Tiene 4 hijos que son Matías, Carolina, David y Jonatán y 5 nietos. Estudió Kinesiología y Fisiatría y fue profesor en la Facultad de Medicina en Buenos Aires, Argentina. Desde hace varios años es presidente de la Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas de la República Argentina, ACIERA, y forma parte de la Asociación Luis Palau. Además es anciano en su iglesia local y trabaja con el ministerio para matrimonios. En la siguiente entrevista conoceremos detalles acerca de su vida y ministerio.
¿Cómo y cuándo te hiciste cristiano?
A los 12 años, frente a Hechos 16.31, después de conocer de Jesús en la Escuela Dominical. Cuéntanos cómo fue tu llamado para servir a Dios. Fue a los 17 años en la iglesia local, que era pequeña, éramos solo 3 jóvenes y fue allí donde el Señor me llamó a servirle y particularmente con la juventud. Tuvimos que partir de la nada, literalmente, pero como el llamado era de Dios, Él usó la nada que era con 17 años y comenzó a enseñarme cómo caminar en su dependencia.
¿Qué has aprendido de estos años en el liderazgo de ACIERA?
Que la UNIDAD es la clave para el desarrollo del propósito de Dios. Es hermosa, Dios envía bendición y vida eterna (Salmo 133) y la gente conoce a Dios y entiende que Dios envió a Jesucristo (Juan 17). Aprendo a disfrutar la hermosura del Cuerpo de Cristo tal como la Biblia lo enseña. También a disfrutar la multifacética Gracia de Dios en la riqueza que el Cuerpo de Cristo ostenta a través de la diversidad de sus miembros.
¿Cuáles son tus objetivos principales en este ministerio?
Un sueño para el cual trabajo y sé que es conforme a la Voluntad de Dios, que TODO el Cuerpo de Cristo, su Iglesia, manifieste el mismo sentir a través de la unidad, para que todos vengan al conocimiento de nuestro Salvador.
¿Cuáles crees que son los mayores desafíos del trabajo con pastores?
Primero: comprensión. La mayoría de los pastores sufren situaciones innecesarias e inmerecidas. Tienen mucha presión dentro y fuera del ministerio. A partir de la comprensión, velar por un hogar en victoria en todo el sentido de la palabra, para que sea fructífero su ministerio; tener una visión amplia para entender que en el lugar donde Dios lo puso no está solo y, por ende, debe vivir la comunión con sus consiervos; ejercitar además, una visión integral y saberse una pieza clave en el propósito de Dios, en su localidad, país, y continente.
¿Qué impacto has notado, a través de los años, que ha tenido la iglesia evangélica en la Argentina?
En primer lugar, crecimiento y creo que como consecuencia de la unidad. Ha habido campañas evangelísticas de todo tipo, que contribuyeron grandemente a la práctica de la unidad con el supremo fin de evangelizar. Quiero destacar que en nuestra sociedad, la iglesia comenzó a verse diferente a partir del encuentro de oración en el obelisco el 11 de setiembre de 1999. Allí 250.000 personas bajo el lema JESUCRISTO POR TODOS Y PARA TODOS clamamos a Dios y brindamos un mensaje de Dios para la nación Argentina. La clave es la ORACIÓN, todos lo sabemos, pero solo cuando se practica se ven los resultados.
Comparte algunas palabras de ánimo para aquellos cristianos que quieren servir a Dios o ya lo están haciendo...
No hay satisfacción más grande en la vida que servir al Señor. Los cristianos comprometidos, sabemos para qué vivimos, por lo tanto cambia radicalmente el sentido de la vida para nosotros, respecto a todos los demás. Lo valioso es saber que estamos en una empresa donde no dudamos del resultado de nuestra labor, porque tenemos todas las garantías para la victoria. Qué mayor satisfacción podemos tener que al final de la carrera el mismo Señor Todopoderoso nos diga: "Bien, buen siervo y fiel, entra en el gozo de tu Señor". Anhelo que cada uno de los llamados cristiano haga un replanteo de su vida y opte por obedecer y temer a Dios, y comprobará que no hay nada que se pueda comparar con el gozo de servir a Cristo.