Ni el grupo de jóvenes ni el grupo pequeño son los únicos acercamientos educativos de la pastoral juvenil, y tampoco son necesariamente lo...
Ni el grupo de jóvenes ni el grupo pequeño son los únicos acercamientos educativos de la pastoral juvenil, y tampoco son necesariamente los más eficaces.
En un contexto posmoderno como en el que nos toca ministrar, los pastores no podemos evitar caminar lado a lado con los jóvenes. El trabajo personal, acompañamiento espiritual o consejería no son un lujo para el pastor de jóvenes de hoy. Es una necesidad que debemos tener en cuenta y poner en práctica de la mejor manera posible a través del mentoreo.
El mentoreo —o mentoría— es una relación de desarrollo personal en la cual una persona más experimentada o con mayor conocimiento (el mentor) ayuda a otra menos experimentada o con menor conocimiento (el mentoreado).
El mentoreo a jóvenes, propiamente, es un acercamiento educativo que consiste en acompañar de una manera intencionada, planificada y constante a uno o más jóvenes con el objetivo de ayudarlos a alcanzar la madurez integral.
¿Qué es un mentor de jóvenes?
Un mentor no es ni un padre, ni Dios, ni alguien perfecto. Es simplemente un cristiano que tiene el firme compromiso de crecer en su conocimiento de su Señor y Salvador Jesucristo, de seguirlo y de ayudar a otro creyente a profundizar su propia experiencia con el Señor.
Así que, el mentor es un seguidor activo de Jesús que ayuda a otro a ser un seguidor activo de Jesús. El mentor es, ante todo, un compañero en el viaje espiritual para llegar a la madurez en Cristo Jesús. “El hierro se afila con el hierro, y el hombre en el trato con el hombre” (Proverbios 27.17). “Más valen dos que uno, porque obtienen más fruto de su esfuerzo. Si caen, el uno levanta al otro. ¡Ay del que cae y no tiene quien lo levante!” (Eclesiastés 4.9-10). “Más bien, mientras dure ese «hoy», anímense unos a otros cada día, para que ninguno de ustedes se endurezca por el engaño del pecado” (Hebreos 3.13). “Preocupémonos los unos por los otros, a fin de estimularnos al amor y a las buenas obras. No dejemos de congregarnos, como acostumbran hacerlo algunos, sino animémonos unos a otros, y con mayor razón ahora que vemos que aquel día se acerca” (Hebreos 10.24-25). Estos versículos muestran que el mentor supervisa a la persona que tiene a su cargo y se siente responsable por su bienestar emocional, espiritual, físico y social. El arte del mentoreo tiene el potencial de producir un impacto poderoso en las relaciones entre los pastores y los jóvenes, ya que es una forma de acompañamiento espiritual que permite transmitir un estilo de vida. No se trata meramente de un encuentro informal como para pasar un buen momento o estrechar relaciones, sino que constituye un auténtico acto educativo.
El mentoreo ofrece estas ventajas:
1. Permite lograr los objetivos de la pastoral juvenil Los objetivos de la pastoral juvenil van más allá de la enseñanza y las actividades, y el mentoreo nos permite alcanzarlos: entablar una relación de amistad, reforzar la tarea educativa del grupo juvenil, supervisar el estado espiritual del joven, aconsejar, animar, corregir, brindar amor y apoyo incondicionales, interiorizarse de las necesidades específicas del joven, abordar sus posibles problemas emocionales, motivar, desafiar, consolar.
2. Permite acercar los principios de la Biblia al joven El tiempo personal con los jóvenes puede permitirnos recordarles los principios de la Palabra de Dios aplicados a su situación específica, a su vida real y a sus características particulares.
3. Permite brindar contención emocional Cuando trabajamos con jóvenes, gran parte de nuestra eficacia depende de lo significativos e importantes que seamos para ellos en el ámbito personal y emocional. El tiempo personal con los jóvenes es un gran recurso para avanzar en esa dirección. La influencia que tiene un adulto emocionalmente significativo para un joven es tremenda (¡para bien o para mal!).
4. Permite trabajar con la persona real Los encuentros personales nos permiten trabajar con la persona real del joven, lo que no siempre es posible en una situación de grupo. En un grupo el joven puede interpretar un papel que no necesariamente refleje su personalidad. Eso tal vez impida que manifieste sus auténticas necesidades y, por lo tanto, estas no serán satisfechas.
El papel del mentor
Los peligros que enfrenta el mentor
1. El paternalismo.
Un joven abrirá su corazón a la persona en quien confía. El mentor debe cuidar su propio corazón y evitar sobrepasar los límites emocionales en su relación con el joven.
2. Adjudicarse el éxito por los buenos resultados.
¡La transformación es obra del trabajo sobrenatural del Señor!
3. Sentirse responsable por la vida del joven.
Sentir carga y preocupación por la vida de los jóvenes con los que se trabaja es normal y saludable, sin embargo, nunca se debe olvidar que ellos son responsables por sus propias acciones y decisiones.
4. La dependencia de parte del joven.
Los mentores deben enseñar a los jóvenes que deben depender directamente del Señor y, de ese modo, evitar toda dependencia de ellos más allá de lo necesario.
Requisitos básicos que reúne un buen mentor
La relación individual con los jóvenes es un acercamiento educativo tremendamente eficaz cuando se entiende su valor y la manera adecuada de utilizarlo en cada contexto, de forma complementaria a los otros acercamientos educativos. No se quede con las reuniones juveniles y los grupos pequeños, ¡empiece a mentorear individualmente a sus jóvenes!
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En un contexto posmoderno como en el que nos toca ministrar, los pastores no podemos evitar caminar lado a lado con los jóvenes. El trabajo personal, acompañamiento espiritual o consejería no son un lujo para el pastor de jóvenes de hoy. Es una necesidad que debemos tener en cuenta y poner en práctica de la mejor manera posible a través del mentoreo.
El mentoreo —o mentoría— es una relación de desarrollo personal en la cual una persona más experimentada o con mayor conocimiento (el mentor) ayuda a otra menos experimentada o con menor conocimiento (el mentoreado).
El mentoreo a jóvenes, propiamente, es un acercamiento educativo que consiste en acompañar de una manera intencionada, planificada y constante a uno o más jóvenes con el objetivo de ayudarlos a alcanzar la madurez integral.
¿Qué es un mentor de jóvenes?
Un mentor no es ni un padre, ni Dios, ni alguien perfecto. Es simplemente un cristiano que tiene el firme compromiso de crecer en su conocimiento de su Señor y Salvador Jesucristo, de seguirlo y de ayudar a otro creyente a profundizar su propia experiencia con el Señor.
Así que, el mentor es un seguidor activo de Jesús que ayuda a otro a ser un seguidor activo de Jesús. El mentor es, ante todo, un compañero en el viaje espiritual para llegar a la madurez en Cristo Jesús. “El hierro se afila con el hierro, y el hombre en el trato con el hombre” (Proverbios 27.17). “Más valen dos que uno, porque obtienen más fruto de su esfuerzo. Si caen, el uno levanta al otro. ¡Ay del que cae y no tiene quien lo levante!” (Eclesiastés 4.9-10). “Más bien, mientras dure ese «hoy», anímense unos a otros cada día, para que ninguno de ustedes se endurezca por el engaño del pecado” (Hebreos 3.13). “Preocupémonos los unos por los otros, a fin de estimularnos al amor y a las buenas obras. No dejemos de congregarnos, como acostumbran hacerlo algunos, sino animémonos unos a otros, y con mayor razón ahora que vemos que aquel día se acerca” (Hebreos 10.24-25). Estos versículos muestran que el mentor supervisa a la persona que tiene a su cargo y se siente responsable por su bienestar emocional, espiritual, físico y social. El arte del mentoreo tiene el potencial de producir un impacto poderoso en las relaciones entre los pastores y los jóvenes, ya que es una forma de acompañamiento espiritual que permite transmitir un estilo de vida. No se trata meramente de un encuentro informal como para pasar un buen momento o estrechar relaciones, sino que constituye un auténtico acto educativo.
El mentoreo ofrece estas ventajas:
1. Permite lograr los objetivos de la pastoral juvenil Los objetivos de la pastoral juvenil van más allá de la enseñanza y las actividades, y el mentoreo nos permite alcanzarlos: entablar una relación de amistad, reforzar la tarea educativa del grupo juvenil, supervisar el estado espiritual del joven, aconsejar, animar, corregir, brindar amor y apoyo incondicionales, interiorizarse de las necesidades específicas del joven, abordar sus posibles problemas emocionales, motivar, desafiar, consolar.
2. Permite acercar los principios de la Biblia al joven El tiempo personal con los jóvenes puede permitirnos recordarles los principios de la Palabra de Dios aplicados a su situación específica, a su vida real y a sus características particulares.
3. Permite brindar contención emocional Cuando trabajamos con jóvenes, gran parte de nuestra eficacia depende de lo significativos e importantes que seamos para ellos en el ámbito personal y emocional. El tiempo personal con los jóvenes es un gran recurso para avanzar en esa dirección. La influencia que tiene un adulto emocionalmente significativo para un joven es tremenda (¡para bien o para mal!).
4. Permite trabajar con la persona real Los encuentros personales nos permiten trabajar con la persona real del joven, lo que no siempre es posible en una situación de grupo. En un grupo el joven puede interpretar un papel que no necesariamente refleje su personalidad. Eso tal vez impida que manifieste sus auténticas necesidades y, por lo tanto, estas no serán satisfechas.
El papel del mentor
- Realizar un acompañamiento espiritual.
- Ser intercesor.
- Ser amigo.
- Ser pastor.
- Ser maestro.
- Ser modelo.
- Cuidar de la propia vida espiritual.
- Orar.
- Desarrollar una relación significativa con el joven a su cargo.
- Amarlo y aceptarlo incondicionalmente.
- Enseñar la Palabra.
- Estar bajo supervisión.
Los peligros que enfrenta el mentor
1. El paternalismo.
Un joven abrirá su corazón a la persona en quien confía. El mentor debe cuidar su propio corazón y evitar sobrepasar los límites emocionales en su relación con el joven.
2. Adjudicarse el éxito por los buenos resultados.
¡La transformación es obra del trabajo sobrenatural del Señor!
3. Sentirse responsable por la vida del joven.
Sentir carga y preocupación por la vida de los jóvenes con los que se trabaja es normal y saludable, sin embargo, nunca se debe olvidar que ellos son responsables por sus propias acciones y decisiones.
4. La dependencia de parte del joven.
Los mentores deben enseñar a los jóvenes que deben depender directamente del Señor y, de ese modo, evitar toda dependencia de ellos más allá de lo necesario.
Requisitos básicos que reúne un buen mentor
- Credibilidad
- Confianza
- Compromiso
- Integridad
- Espiritualidad (¡renovada y brillante!)
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