El conocimiento y las habilidades son necesarias para el buen desempeño del ministerio pastoral, pero más necesario e importante es el car...
El conocimiento y las habilidades son necesarias para el buen desempeño del ministerio pastoral, pero más necesario e importante es el carácter.
El triángulo conformado por conocimiento, habilidades y carácter, es fundamental para el buen desempeño de un ministerio eficaz y equilibrado, tanto pastoral, como en cualquier otra función de liderazgo.
El apóstol Pablo en 1 Corintios 13: 13, nos dice: "y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor”.
Parafraseando el texto para el tema que nos toca, se podría decir: "y ahora permanecen el conocimiento, las habilidades y el carácter, estos tres, pero el mayor de ellos es el carácter".
Escuché en una oportunidad a un profesor decir: “En sus primeros 40 años de vida, Moisés llegó a ser alguien; en los próximos 40 años, Moisés llego a ser nadie, y en los 40 años finales de su vida, Moisés llegó a comprender que Dios es todo”. Dios se valió de un período prolongado de tiempo para formar el carácter de quien sería luego el libertador de Israel.
Curiosamente, cuando Jesús señala algunas de sus cualidades personales para ser imitadas, con el propósito de traer paz al alma humana, nos sorprende el Señor que siendo el creador y sustentador del universo y que posee presciencia de todas las cosas, sin embargo hace referencia a cualidades del carácter comprensibles desde lo humano, y nos dice: "Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas" (Mateo 11:29).
Es notable la importancia que Jesús da a la mansedumbre y a la humildad como cualidades del carácter. Los textos bíblicos mencionados, sumados al fruto del Espíritu que encontramos en Gálatas 5:22, nos hablan de la importancia del buen carácter, elevándolo al nivel del carácter de Cristo. Es clave en la tarea pastoral, establecer sabias y buenas relaciones personales, que son obviamente la expresión de un buen carácter.
Un carácter conciliador, apacible, proactivo, es saludable para el ejercicio de la tarea pastoral y a la vez garantiza en gran parte el éxito de dicha tarea. Por el contrario, el enojo, las reacciones instintivas, la impulsividad, la intolerancia y la escasa paciencia, son claros enemigos que socavan los cimientos mismos de la tarea pastoral.
Se hace necesario establecer claramente en este punto, que hay un nivel de enojo o de severidad de carácter, que a Dios le agrada. Es lo que manifestó Jesús cuando entró al templo y echó las mesas de los cambistas. El Evangelio de Juan nos dice: "Y haciendo un azote de cuerdas, echó fuera del templo a todos, y las ovejas y los bueyes, y esparció las monedas de los cambistas, y volcó las mesas" (Juan 2:15)
Cuando pensamos en Martín Lutero, se nos hace difícil encontrar a un líder cristiano, viviendo un nivel similar de estar bajo presión en el ministerio. La presión de Roma, que contaba con toda la hegemonía del poder religioso y político, sumado a la presión que ejercían sus compatriotas en Alemania y las de una serie de circunstancias, hacían sumamente difícil desde todo punto de vista convivir con dicha realidad, y a la vez atreverse a confrontar tanta oposición, aun corriendo el riesgo de perder su propia vida. Sin embargo, Lutero enfrentó semejante adversidad con una valentía en la que puso de evidencia un alto nivel de indignación. Tal vez en el caso de Jesús y en el de Lutero, la palabra indignación sea más apropiada que enojo.
Las expresiones del carácter signadas por la vehemencia, fruto de la indignación, tienen su lugar en el ministerio pastoral, cuando las mismas se manifiestan en la defensa de los valores del reino de Dios, en la denuncia de las injusticias de la vida, en elevar la voz por los más indefensos, entre otras causas, pero de ninguna manera en pequeñeces del día a día, que no justifican en absoluto el mal humor, la irascibilidad y el enojo de aquellos que ministran las cosas del Señor.
En el carácter pastoral del nivel uno, encontramos en el día a día del ejercicio del ministerio, un carácter como expresión del fruto del Espíritu Santo, donde fundamentalmente sobresalen la mansedumbre y la humildad. Por otro lado, en el carácter pastoral del nivel dos, en menor frecuencia y en circunstancias más puntuales de la misión pastoral, se requiere de una indignación expresada en actitudes vehementes que estén a la altura de las circunstancias; se trata de un caudal de carácter extraordinario que Dios otorga a determinados líderes para confrontar la maldad en sus diferentes formas.
Nicolás Marulla (nmarulla@hotmail.com) está casado con Sonnia Elizabeth Vega, y tienen dos hijos: Leandro y Hernán. Obtuvo su licenciatura en teología en el Seminario Internacional Teológico Bautista de Buenos Aires y ha finalizado su doctorado en ministerio en la Facultad Teológica Sudamericana de Londrina, Brasil.
Para continuar equipando su ministerio descargue la aplicación de La Fuente y suscríbase
El triángulo conformado por conocimiento, habilidades y carácter, es fundamental para el buen desempeño de un ministerio eficaz y equilibrado, tanto pastoral, como en cualquier otra función de liderazgo.
El apóstol Pablo en 1 Corintios 13: 13, nos dice: "y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor”.
Parafraseando el texto para el tema que nos toca, se podría decir: "y ahora permanecen el conocimiento, las habilidades y el carácter, estos tres, pero el mayor de ellos es el carácter".
Carácter pastoral: nivel uno de expresión
La Biblia nos dice que Moisés fue un hombre muy manso, más que todos los hombres que había en la Tierra. La versión RV 1960 en Números 12:3, utiliza la palabra "manso", mientras que la versión NVI utiliza la palabra "humilde".Escuché en una oportunidad a un profesor decir: “En sus primeros 40 años de vida, Moisés llegó a ser alguien; en los próximos 40 años, Moisés llego a ser nadie, y en los 40 años finales de su vida, Moisés llegó a comprender que Dios es todo”. Dios se valió de un período prolongado de tiempo para formar el carácter de quien sería luego el libertador de Israel.
Curiosamente, cuando Jesús señala algunas de sus cualidades personales para ser imitadas, con el propósito de traer paz al alma humana, nos sorprende el Señor que siendo el creador y sustentador del universo y que posee presciencia de todas las cosas, sin embargo hace referencia a cualidades del carácter comprensibles desde lo humano, y nos dice: "Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas" (Mateo 11:29).
Es notable la importancia que Jesús da a la mansedumbre y a la humildad como cualidades del carácter. Los textos bíblicos mencionados, sumados al fruto del Espíritu que encontramos en Gálatas 5:22, nos hablan de la importancia del buen carácter, elevándolo al nivel del carácter de Cristo. Es clave en la tarea pastoral, establecer sabias y buenas relaciones personales, que son obviamente la expresión de un buen carácter.
Un carácter conciliador, apacible, proactivo, es saludable para el ejercicio de la tarea pastoral y a la vez garantiza en gran parte el éxito de dicha tarea. Por el contrario, el enojo, las reacciones instintivas, la impulsividad, la intolerancia y la escasa paciencia, son claros enemigos que socavan los cimientos mismos de la tarea pastoral.
Carácter pastoral: nivel dos de expresión
Cuando nos enojamos, la mayoría de las veces lo hacemos por pequeñeces, por cuestiones diarias ligadas a asuntos familiares, cotidianos e intrascendentes, malestar infundado y reacciones que resquebrajan nuestra comunión con Dios y con las personas. Es más, por lo general terminan dañando nuestro ser interior, provocándonos una sensación de frustración inexplicable. Es posible que algunas de estas actitudes tengan raíces en problemas emocionales no resueltos, los cuales se acentúan con el paso del tiempo, debido a que la mayoría de los pastores, quienes aun relacionándose con muchos colegas, no cuentan, por lo general, con amigos íntimos o mentores, con quienes puedan interactuar en un nivel alto de confianza.Se hace necesario establecer claramente en este punto, que hay un nivel de enojo o de severidad de carácter, que a Dios le agrada. Es lo que manifestó Jesús cuando entró al templo y echó las mesas de los cambistas. El Evangelio de Juan nos dice: "Y haciendo un azote de cuerdas, echó fuera del templo a todos, y las ovejas y los bueyes, y esparció las monedas de los cambistas, y volcó las mesas" (Juan 2:15)
Cuando pensamos en Martín Lutero, se nos hace difícil encontrar a un líder cristiano, viviendo un nivel similar de estar bajo presión en el ministerio. La presión de Roma, que contaba con toda la hegemonía del poder religioso y político, sumado a la presión que ejercían sus compatriotas en Alemania y las de una serie de circunstancias, hacían sumamente difícil desde todo punto de vista convivir con dicha realidad, y a la vez atreverse a confrontar tanta oposición, aun corriendo el riesgo de perder su propia vida. Sin embargo, Lutero enfrentó semejante adversidad con una valentía en la que puso de evidencia un alto nivel de indignación. Tal vez en el caso de Jesús y en el de Lutero, la palabra indignación sea más apropiada que enojo.
Las expresiones del carácter signadas por la vehemencia, fruto de la indignación, tienen su lugar en el ministerio pastoral, cuando las mismas se manifiestan en la defensa de los valores del reino de Dios, en la denuncia de las injusticias de la vida, en elevar la voz por los más indefensos, entre otras causas, pero de ninguna manera en pequeñeces del día a día, que no justifican en absoluto el mal humor, la irascibilidad y el enojo de aquellos que ministran las cosas del Señor.
En el carácter pastoral del nivel uno, encontramos en el día a día del ejercicio del ministerio, un carácter como expresión del fruto del Espíritu Santo, donde fundamentalmente sobresalen la mansedumbre y la humildad. Por otro lado, en el carácter pastoral del nivel dos, en menor frecuencia y en circunstancias más puntuales de la misión pastoral, se requiere de una indignación expresada en actitudes vehementes que estén a la altura de las circunstancias; se trata de un caudal de carácter extraordinario que Dios otorga a determinados líderes para confrontar la maldad en sus diferentes formas.
Nicolás Marulla (nmarulla@hotmail.com) está casado con Sonnia Elizabeth Vega, y tienen dos hijos: Leandro y Hernán. Obtuvo su licenciatura en teología en el Seminario Internacional Teológico Bautista de Buenos Aires y ha finalizado su doctorado en ministerio en la Facultad Teológica Sudamericana de Londrina, Brasil.
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