¿Cómo haces para lograr un equilibrio entre tu trabajo pastoral, en los medios de comunicación y en la docencia? Sigo buscando la fórm...
¿Cómo haces para lograr un equilibrio entre tu trabajo pastoral, en los medios de comunicación y en la docencia?
¿Cuáles han sido tus mayores desafíos y satisfacciones en la obra pastoral?
Uno de los mayores desafíos siempre fue permanecer fiel y firme cuando arreciaban las tormentas dentro de la iglesia. Como yo soy bi-vocacional, a veces pensaba: “Bueno, dejo esto y me dedico a aquello que no me produce tanta frustración ni tanta tensión”, pero ese es uno de los mayores desafíos. En segundo lugar, mantenerme centrado siempre en la Palabra de Dios, que fue para mí siempre el norte de mi vida, de mi ministerio. Eso me ha ayudado a tener un justo equilibrio entre lo que pienso, lo que siento y lo que tengo que hacer. Las mayores satisfacciones son: en primer lugar, ver sirviendo a Dios a hijos de creyentes a quienes discipulaste y bautizaste; en segundo lugar, sentir el cariño y afecto especial de la iglesia como cuando te mencionan y dicen: “Él es mi pastor”, así yo me siento parte de su vida. Y en tercer lugar, escuchar a los niños llamarme pastor. Esas son las cosas que más me conmueven y me tocan profundamente.
¿Cómo fue la experiencia de trabajar con el Festival con Luis Palau en Paraguay?
Muy gratificante y muy didáctica. Gratificante porque tuve el privilegio de presidir un comité ejecutivo integrado por referentes muy importantes, siendo yo el más joven del grupo. Haber trabajado con pastores de tanta trayectoria e influencia me ha enriquecido de una manera increíble. Esto fue solamente por la gracia y misericordia de Dios. Didáctica porque me ha enseñado a saber dimensionar lo grande de un evento como el festival, pero sin perder la perspectiva particular. A veces cuando organizamos algo muy grande, nos enfocamos solamente en los resultados y podemos, fácilmente, caer en el error de pasar por alto ciertos principios éticos y de relacionamiento. Me ha ayudado a mantenerme firme en mis convicciones, con la ayuda de mi familia también y del equipo de liderazgo con el que trabajamos. También didáctica por el hecho de trabajar con personas que, si bien profesan su fe en Jesucristo, tienen una perspectiva y una cosmovisión diferente a la mía, en cuanto a doctrina, en los énfasis. Saber encauzarnos y complementarnos para el trabajo fue algo muy satisfactorio. Y didáctica porque me ha enseñado a depender mucho de Dios y no de mis fuerzas ni mis capacidades. Un evento que tenía más de 50 personas trabajando en el equipo logístico, más de 15.000 trabajadores voluntarios y más de 537 iglesias involucradas, eso fue muy aleccionador.
¿Podrías aconsejar a aquellos que quieren servir al Señor a través de los medios de comunicación o que ya lo están haciendo?
Fundamentalmente, que hay tres columnas que siempre uno debe tener. En primer lugar el llamado de Dios. De balde vamos a meternos al pastorado o a los medios de comunicación o a otra cosa, si Dios no nos llama. En segundo lugar, nunca perder la pasión y el sometimiento a la Palabra de Dios. Para mí eso fue y sigue siendo, y espero que sea siempre la norma de mi vida. Que sea una regla de fe, de conducta y de servicio para mí, la Palabra de Dios. En tercer lugar, la comunidad, la Iglesia. Si yo puedo tener hoy un agradecimiento especial, sería fundamentalmente a la Iglesia, porque en ella soy quien soy y trato de ser lo que Dios espera que yo sea. Es esa comunidad de hermanos con los cuales uno convive lo que me hace ver que soy parte de una familia, que soy aceptado, soy amado, que esa familia me protege, me cuida y que soy parte de esa familia.
Darío Ramírez (42 años) está casado hace 19 años con Norma Beatriz y tienen 4 hijos: Jazmín, Samuel Azucena y Resedad. Posee un bachillerato en Teología, bachillerato en Locución para radio y televisión, licenciatura en Ciencias de la Comunicación y un Doctorado (PHD) en Filosofía y Teología. Conduce un programa radial de lunes a viernes, tres programas televisivos, pastorea la Iglesia El Refugio, de los Hermanos Menonitas y es profesor de medio tiempo en el Instituto Bíblico Asunción. Sus pasatiempos preferidos son: la jardinería, preparar asado para sus amigos, pesca y caza.
Para continuar equipando su ministerio descargue la aplicación de La Fuente y suscríbase
Sigo buscando la fórmula. A veces le dedico más tiempo a uno y desatiendo lo otro. Así que ese sigue siendo un desafío para mí. Encuentro refugio en dos lugares, que me ayudan a tener un cierto equilibrio es el tiempo devocional con la Palabra de Dios y mi cable a tierra es la iglesia como comunidad. Cuando siento que estoy más o menos, inmediatamente busco la comunión de los hermanos.
¿Cuáles han sido tus mayores desafíos y satisfacciones en la obra pastoral?
Uno de los mayores desafíos siempre fue permanecer fiel y firme cuando arreciaban las tormentas dentro de la iglesia. Como yo soy bi-vocacional, a veces pensaba: “Bueno, dejo esto y me dedico a aquello que no me produce tanta frustración ni tanta tensión”, pero ese es uno de los mayores desafíos. En segundo lugar, mantenerme centrado siempre en la Palabra de Dios, que fue para mí siempre el norte de mi vida, de mi ministerio. Eso me ha ayudado a tener un justo equilibrio entre lo que pienso, lo que siento y lo que tengo que hacer. Las mayores satisfacciones son: en primer lugar, ver sirviendo a Dios a hijos de creyentes a quienes discipulaste y bautizaste; en segundo lugar, sentir el cariño y afecto especial de la iglesia como cuando te mencionan y dicen: “Él es mi pastor”, así yo me siento parte de su vida. Y en tercer lugar, escuchar a los niños llamarme pastor. Esas son las cosas que más me conmueven y me tocan profundamente.
¿Cómo fue la experiencia de trabajar con el Festival con Luis Palau en Paraguay?
Muy gratificante y muy didáctica. Gratificante porque tuve el privilegio de presidir un comité ejecutivo integrado por referentes muy importantes, siendo yo el más joven del grupo. Haber trabajado con pastores de tanta trayectoria e influencia me ha enriquecido de una manera increíble. Esto fue solamente por la gracia y misericordia de Dios. Didáctica porque me ha enseñado a saber dimensionar lo grande de un evento como el festival, pero sin perder la perspectiva particular. A veces cuando organizamos algo muy grande, nos enfocamos solamente en los resultados y podemos, fácilmente, caer en el error de pasar por alto ciertos principios éticos y de relacionamiento. Me ha ayudado a mantenerme firme en mis convicciones, con la ayuda de mi familia también y del equipo de liderazgo con el que trabajamos. También didáctica por el hecho de trabajar con personas que, si bien profesan su fe en Jesucristo, tienen una perspectiva y una cosmovisión diferente a la mía, en cuanto a doctrina, en los énfasis. Saber encauzarnos y complementarnos para el trabajo fue algo muy satisfactorio. Y didáctica porque me ha enseñado a depender mucho de Dios y no de mis fuerzas ni mis capacidades. Un evento que tenía más de 50 personas trabajando en el equipo logístico, más de 15.000 trabajadores voluntarios y más de 537 iglesias involucradas, eso fue muy aleccionador.
¿Podrías aconsejar a aquellos que quieren servir al Señor a través de los medios de comunicación o que ya lo están haciendo?
Fundamentalmente, que hay tres columnas que siempre uno debe tener. En primer lugar el llamado de Dios. De balde vamos a meternos al pastorado o a los medios de comunicación o a otra cosa, si Dios no nos llama. En segundo lugar, nunca perder la pasión y el sometimiento a la Palabra de Dios. Para mí eso fue y sigue siendo, y espero que sea siempre la norma de mi vida. Que sea una regla de fe, de conducta y de servicio para mí, la Palabra de Dios. En tercer lugar, la comunidad, la Iglesia. Si yo puedo tener hoy un agradecimiento especial, sería fundamentalmente a la Iglesia, porque en ella soy quien soy y trato de ser lo que Dios espera que yo sea. Es esa comunidad de hermanos con los cuales uno convive lo que me hace ver que soy parte de una familia, que soy aceptado, soy amado, que esa familia me protege, me cuida y que soy parte de esa familia.
Darío Ramírez (42 años) está casado hace 19 años con Norma Beatriz y tienen 4 hijos: Jazmín, Samuel Azucena y Resedad. Posee un bachillerato en Teología, bachillerato en Locución para radio y televisión, licenciatura en Ciencias de la Comunicación y un Doctorado (PHD) en Filosofía y Teología. Conduce un programa radial de lunes a viernes, tres programas televisivos, pastorea la Iglesia El Refugio, de los Hermanos Menonitas y es profesor de medio tiempo en el Instituto Bíblico Asunción. Sus pasatiempos preferidos son: la jardinería, preparar asado para sus amigos, pesca y caza.
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