Esther: En todas. Pero para empezar, reconocer que cuando te casás lo hacés para toda la vida. Realmente saber que vas a tener que trabaj...
Esther: En todas. Pero para empezar, reconocer que cuando te casás lo hacés para toda la vida. Realmente saber que vas a tener que trabajar y primero cambiar nosotros, es el mejor aporte que le podemos dar al matrimonio.
Hernán: Dios es un Dios perfecto en tres personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo, y la Biblia dice que somos hechos a imagen de Dios, que varón y hembra los creó, ambos hechos a imagen de Dios. Basados en eso, hombres y mujeres son tripartitos, es decir, espíritu, alma y cuerpo, y un matrimonio tiene que crecer balanceado en esas tres áreas. Tenemos que trabajar en esas tres áreas.
La parte espiritual:
Primero que todo nuestro matrimonio tiene que ser edificado sobre la base de Cristo, si Cristo no está presente en nuestro matrimonio, si Él es solamente un espectador, Él va a bendecirnos, va a ayudarnos, porque Él es el Creador y el Señor del matrimonio, el que lo diseñó, pero Él anhela ser más que un espectador. Quiere ser una parte de nuestro pacto. Eso en las clases lo ilustramos con un triángulo, con el hombre y la mujer a los costados y Dios en la punta superior. A través de eso mostramos que cuanto más nos acercamos a Dios, también más nos acercamos entre nosotros. Espiritualmente tenemos que cultivar, leer juntos la Palabra de Dios, orar juntos, servir a Dios juntos, guardar sus mandamientos. Un matrimonio fuerte es uno centrado en Cristo, no centrado en los hijos ni en nosotros mismos. Los matrimonios que están centralizados en alguno de los cónyuges o en los hijos, son matrimonios que no van a durar mucho. Entonces, la parte espiritual es esencial y debe ser para nosotros, tan importante como la parte física.
La parte física:
Debemos trabajar en la parte de nuestra salud física, nuestra alimentación, el hogar debe saber cómo manejar sus finanzas, cómo suplir las necesidades de ambos y de los hijos, compartir. Muchos hombres, por ejemplo, son muy buenos proveyendo, pero no están en la casa nunca. Y ni hablar de la parte sexual, aunque siempre se ve como algo solamente físico, pero no, la sexualidad es espiritual. El sexo es la experiencia más íntima que dos seres espirituales pueden compartir, y la Biblia dice que ahí está el Señor, pero también es importante la parte íntima, la parte física. La Biblia dice que yo tengo que suplir las necesidades sexuales de mi esposa, y viceversa. Dice que mi cuerpo no me pertenece, sino que le pertenece a ella y viceversa. Tenemos que estar en casa, nuestra esposa nos tiene que ver, tenemos que ayudar en casa, en los quehaceres, tenemos que pasear, interactuar con otras personas, etc.
La parte emocional o sentimental:
Esta área es muy importante también. Es donde más suelen surgir los conflictos. El tema de la personalidad, los temperamentos. Si yo no me esmero en conocer el temperamento de mi esposa, cuáles son sus necesidades, sus preferencias, sus reacciones, en qué es ella sensible. Leer un buen libro, ayunar, orar, ir a la iglesia es importante, pero las esposas quieren que los esposos hablen, se den a conocer, que escuchen; la esposa quiere tener una cena romántica, recibir flores, ser tratada con delicadeza, con amabilidad. Todas esas cosas a veces descuidamos en los matrimonios cristianos porque espiritualizamos todo.
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Hernán: Dios es un Dios perfecto en tres personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo, y la Biblia dice que somos hechos a imagen de Dios, que varón y hembra los creó, ambos hechos a imagen de Dios. Basados en eso, hombres y mujeres son tripartitos, es decir, espíritu, alma y cuerpo, y un matrimonio tiene que crecer balanceado en esas tres áreas. Tenemos que trabajar en esas tres áreas.
La parte espiritual:
Primero que todo nuestro matrimonio tiene que ser edificado sobre la base de Cristo, si Cristo no está presente en nuestro matrimonio, si Él es solamente un espectador, Él va a bendecirnos, va a ayudarnos, porque Él es el Creador y el Señor del matrimonio, el que lo diseñó, pero Él anhela ser más que un espectador. Quiere ser una parte de nuestro pacto. Eso en las clases lo ilustramos con un triángulo, con el hombre y la mujer a los costados y Dios en la punta superior. A través de eso mostramos que cuanto más nos acercamos a Dios, también más nos acercamos entre nosotros. Espiritualmente tenemos que cultivar, leer juntos la Palabra de Dios, orar juntos, servir a Dios juntos, guardar sus mandamientos. Un matrimonio fuerte es uno centrado en Cristo, no centrado en los hijos ni en nosotros mismos. Los matrimonios que están centralizados en alguno de los cónyuges o en los hijos, son matrimonios que no van a durar mucho. Entonces, la parte espiritual es esencial y debe ser para nosotros, tan importante como la parte física.
La parte física:
Debemos trabajar en la parte de nuestra salud física, nuestra alimentación, el hogar debe saber cómo manejar sus finanzas, cómo suplir las necesidades de ambos y de los hijos, compartir. Muchos hombres, por ejemplo, son muy buenos proveyendo, pero no están en la casa nunca. Y ni hablar de la parte sexual, aunque siempre se ve como algo solamente físico, pero no, la sexualidad es espiritual. El sexo es la experiencia más íntima que dos seres espirituales pueden compartir, y la Biblia dice que ahí está el Señor, pero también es importante la parte íntima, la parte física. La Biblia dice que yo tengo que suplir las necesidades sexuales de mi esposa, y viceversa. Dice que mi cuerpo no me pertenece, sino que le pertenece a ella y viceversa. Tenemos que estar en casa, nuestra esposa nos tiene que ver, tenemos que ayudar en casa, en los quehaceres, tenemos que pasear, interactuar con otras personas, etc.
La parte emocional o sentimental:
Esta área es muy importante también. Es donde más suelen surgir los conflictos. El tema de la personalidad, los temperamentos. Si yo no me esmero en conocer el temperamento de mi esposa, cuáles son sus necesidades, sus preferencias, sus reacciones, en qué es ella sensible. Leer un buen libro, ayunar, orar, ir a la iglesia es importante, pero las esposas quieren que los esposos hablen, se den a conocer, que escuchen; la esposa quiere tener una cena romántica, recibir flores, ser tratada con delicadeza, con amabilidad. Todas esas cosas a veces descuidamos en los matrimonios cristianos porque espiritualizamos todo.
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