LA ORACIÓN Y GRUPOS DE ORACIÓN EN LA IGLESIA “...ustedes me invocarán, y vendrán a suplicarme, y yo los escucharé.” Jeremías 29.12 La...
LA ORACIÓN Y GRUPOS DE ORACIÓN EN LA IGLESIA
“...ustedes me invocarán, y vendrán a suplicarme, y yo los escucharé.” Jeremías 29.12
La Palabra lo declara, orar es comunicarse con Dios mismo. La oración nos pone ante la misma presencia de Dios, nos acerca a Él, a su presencia. Y Él nos escucha.
En la presencia de Dios somos contenidos cuando ya todo parece confuso y sin control. Hay consuelo en Sus brazos, para todas nuestras dolencias. Cuando pareciera que ya no hay camino, junto a Él, en oración, somos guiados a Su propósito. El Señor forma en nosotros su carácter y nos llena de sabiduría, somos edificados, cuando nuestras oraciones se elevan a Él y juntos, en intimidad, establecemos vínculos fuertes, indestructibles y eternos.
La oración nos permite conocer y amar a Dios. Nos hace dependientes del Señor y nos ayuda a reposar en Él.
También nos permite ayudar a otros. Orar por otros es la herramienta más eficaz y poderosa que podemos utilizar para ayudar a los demás. Por su oración Moisés liberó de condena de muerte a su pueblo.
La oración es muy poderosa, cambia destinos y afirma propósitos. La oración del justo puede mucho, dice la Palabra. Como ejemplo, uno de los tantos, es que las oraciones de la madre y la abuela de Timoteo, lo encaminaron a su destino y afirmaron en su propósito. La oración tiene el poder de sanar enfermos, de resucitar muertos, de dar vida a un vientre estéril.
La oración no es opcional y solo para algún momento. La Palabra dice: “Oren sin cesar” (1 Tes 5.17). No debemos dejar de orar. Y permítanme decir, no orar es apartarnos de Dios. Es dejar de escuchar Su voz y dejarnos guiar por otras voces. Así está escrito: “Estén alerta y oren para que no caigan en tentación...” (Mateo 26.41) Cuál es tu tentación? Solo la oración puede liberarte. Tu oración y la de aquellos que interceden por ti.
“La oración de fe sanará al enfermo y el Señor lo levantará. Y si hay pecado, su pecado se le perdonará” (Santiago 5.15).
Otro ingrediente no negociable, la fe. Si tan solo creyeren, decía el Señor. La medicina para enfermos dada por Dios y escrita en su Palabra, es tu oración de fe ..¡nuestra oración! ¡La libertad para los pobres pecadores, adúlteros, drogadictos .. es nuestra oración!
“Si mi pueblo, .., se humilla y ORA, y me busca, .., yo lo escucharé desde el cielo, perdonaré su pecado y restauraré su tierra” (2 Crónicas 7.14).
De la oración se han escrito libros, se dictaron conferencias, se organizaron seminarios, y, ¡gloria a Dios!, se seguirán haciendo. Sin embargo, en este espacio deberíamos mencionar de manera muy puntual la oración en grupos en la iglesia.
Todas las bondades y bendiciones de la oración, promesas y mandamientos sobre ella, se ven potenciadas de una manera maravillosa cuando la practicamos como iglesia, como grupo. Y hay un ejemplo extraordinario en la Palabra:
“Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó la casa donde estaban sentados” (Hechos 2.1-2).
El relato del hecho sigue y cuenta y demuestra que Cristo continúa su obra a través de los creyentes y de la iglesia que ora unida bajo la dirección del Espíritu Santo.
Este es el desafío, asumir y trabajar, con el enfoque de la Palabra que: Cristo continúa su obra a través de los creyentes y de la Iglesia.
Necesitamos una Iglesia que reúna grupos de santos que se apartan a buscar al Espíritu Santo en oración y ruegos.
El mismo Señor Jesús nos invita a ponernos de acuerdo entre dos, o más, para orar. Unirse en oración es una herramienta de poder que Jesús da a Su Iglesia.
Orar en grupos no es una estrategia humana, sino, más bien, una poderosa estrategia divina que puede modificar la situación de toda una familia, una iglesia, una nación.
Si una iglesia pudiera tener grupos de oración que se juntan para orar unos por otros y por motivos específicos de la iglesia, Dios tendría un espacio para intervenir en vidas que son elevadas ante su presencia.
Dice la Palabra que “todos somos reyes y sacerdotes”. Significa que todos podemos elevar a otros ante el Señor, en ruego y oración, como sacerdotes que somos.
Deberíamos asumir nuestro sacerdocio y orar en grupos por nuestros pastores, líderes, obreros. Los pastores deberían tener grupos que oren por ellos y sus familias, y con ellos mismos. Grupos que eleven su vida personal, familiar y de servicio, ante el Trono de Gracia.
El mismo Señor Jesús, pidió a sus discípulos: “Oren por mi”. Él iba al monte a orar solo, sí, pero también Él fue con sus discípulos para orar juntos.
Hoy podemos hacer grupos de oración, aun a distancia, gracias a la tecnología.
El espacio y el privilegio de orar unidos unos por otros, debería ser fomentado y orientado sanamente por nuestras iglesias.
¡Que Dios te bendiga y sigamos orando juntos!
Acerca del autor:
“...ustedes me invocarán, y vendrán a suplicarme, y yo los escucharé.” Jeremías 29.12
La Palabra lo declara, orar es comunicarse con Dios mismo. La oración nos pone ante la misma presencia de Dios, nos acerca a Él, a su presencia. Y Él nos escucha.
En la presencia de Dios somos contenidos cuando ya todo parece confuso y sin control. Hay consuelo en Sus brazos, para todas nuestras dolencias. Cuando pareciera que ya no hay camino, junto a Él, en oración, somos guiados a Su propósito. El Señor forma en nosotros su carácter y nos llena de sabiduría, somos edificados, cuando nuestras oraciones se elevan a Él y juntos, en intimidad, establecemos vínculos fuertes, indestructibles y eternos.
La oración nos permite conocer y amar a Dios. Nos hace dependientes del Señor y nos ayuda a reposar en Él.
También nos permite ayudar a otros. Orar por otros es la herramienta más eficaz y poderosa que podemos utilizar para ayudar a los demás. Por su oración Moisés liberó de condena de muerte a su pueblo.
La oración es muy poderosa, cambia destinos y afirma propósitos. La oración del justo puede mucho, dice la Palabra. Como ejemplo, uno de los tantos, es que las oraciones de la madre y la abuela de Timoteo, lo encaminaron a su destino y afirmaron en su propósito. La oración tiene el poder de sanar enfermos, de resucitar muertos, de dar vida a un vientre estéril.
La oración no es opcional y solo para algún momento. La Palabra dice: “Oren sin cesar” (1 Tes 5.17). No debemos dejar de orar. Y permítanme decir, no orar es apartarnos de Dios. Es dejar de escuchar Su voz y dejarnos guiar por otras voces. Así está escrito: “Estén alerta y oren para que no caigan en tentación...” (Mateo 26.41) Cuál es tu tentación? Solo la oración puede liberarte. Tu oración y la de aquellos que interceden por ti.
“La oración de fe sanará al enfermo y el Señor lo levantará. Y si hay pecado, su pecado se le perdonará” (Santiago 5.15).
Otro ingrediente no negociable, la fe. Si tan solo creyeren, decía el Señor. La medicina para enfermos dada por Dios y escrita en su Palabra, es tu oración de fe ..¡nuestra oración! ¡La libertad para los pobres pecadores, adúlteros, drogadictos .. es nuestra oración!
“Si mi pueblo, .., se humilla y ORA, y me busca, .., yo lo escucharé desde el cielo, perdonaré su pecado y restauraré su tierra” (2 Crónicas 7.14).
De la oración se han escrito libros, se dictaron conferencias, se organizaron seminarios, y, ¡gloria a Dios!, se seguirán haciendo. Sin embargo, en este espacio deberíamos mencionar de manera muy puntual la oración en grupos en la iglesia.
Todas las bondades y bendiciones de la oración, promesas y mandamientos sobre ella, se ven potenciadas de una manera maravillosa cuando la practicamos como iglesia, como grupo. Y hay un ejemplo extraordinario en la Palabra:
“Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó la casa donde estaban sentados” (Hechos 2.1-2).
El relato del hecho sigue y cuenta y demuestra que Cristo continúa su obra a través de los creyentes y de la iglesia que ora unida bajo la dirección del Espíritu Santo.
Este es el desafío, asumir y trabajar, con el enfoque de la Palabra que: Cristo continúa su obra a través de los creyentes y de la Iglesia.
Necesitamos una Iglesia que reúna grupos de santos que se apartan a buscar al Espíritu Santo en oración y ruegos.
El mismo Señor Jesús nos invita a ponernos de acuerdo entre dos, o más, para orar. Unirse en oración es una herramienta de poder que Jesús da a Su Iglesia.
Orar en grupos no es una estrategia humana, sino, más bien, una poderosa estrategia divina que puede modificar la situación de toda una familia, una iglesia, una nación.
Si una iglesia pudiera tener grupos de oración que se juntan para orar unos por otros y por motivos específicos de la iglesia, Dios tendría un espacio para intervenir en vidas que son elevadas ante su presencia.
Dice la Palabra que “todos somos reyes y sacerdotes”. Significa que todos podemos elevar a otros ante el Señor, en ruego y oración, como sacerdotes que somos.
Deberíamos asumir nuestro sacerdocio y orar en grupos por nuestros pastores, líderes, obreros. Los pastores deberían tener grupos que oren por ellos y sus familias, y con ellos mismos. Grupos que eleven su vida personal, familiar y de servicio, ante el Trono de Gracia.
El mismo Señor Jesús, pidió a sus discípulos: “Oren por mi”. Él iba al monte a orar solo, sí, pero también Él fue con sus discípulos para orar juntos.
Hoy podemos hacer grupos de oración, aun a distancia, gracias a la tecnología.
El espacio y el privilegio de orar unidos unos por otros, debería ser fomentado y orientado sanamente por nuestras iglesias.
¡Que Dios te bendiga y sigamos orando juntos!
Acerca del autor:
Nora Betancourt, noramariabe@gmail.com, actualmente, se congrega en la Iglesia Presbiteriana Marangatu. Nora es evangelista nombrada de la Misión Presbiteriana Cerritos. Apoya a la intercesión de Paraguay como Coordinadora Nacional de la Red Nacional de Oración desde el año 2007 y la Coordinación de Intercesión por COICOM 2011. Es Vice Coordinadora del Comité de Publicidad, del Festival Luis Palau 2012 en Paraguay.