Las iglesias y los ministerios cristianos se sitúan dentro de la categoría de entidades “sin fines de lucro”, con características propias en materia de tributos y en su misión social empresarial en el mundo real. Ahora bien, el hecho de que no persigan lucro, no significa que las mismas deban presentar estados de pérdidas continuas; sino más bien cumplir lo que se describe en la parábola de los talentos (Mateo 25:14-30) de producir y generar más fondos. En especial no caer en la pereza de no ganar nada. “Por tanto, debías haber dado mi dinero a los banqueros y, al venir yo, hubiera recibido lo que es mío con los intereses” (Mateo 25:27 RVR 95). Es más, las iglesias latinas deben prepararse a ser “dadoras y generadoras propias de riqueza”, ya que varios donantes y organizaciones cortaron o redujeron sus ayudas financieras; implicando esto un cambio del rol tradicional de ser receptoras pasivas. En este artículo esbozaremos una visión dinámica del rol de las finanzas en este tipo de entidades, y punto de partida de ello es entender bien el concepto del dinero y de la riqueza para luego formular los pilares de una robusta finanza en las iglesias y ministerios cristianos.
La clave: VIDA CRISTOCÉNTRICA
“Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mateo 6:33, RVG 2010)
a. Un plan y/o presupuesto financiero debe ser el documento básico para la toma de decisiones financieras. Si bien este punto requiere de todo un desarrollo exhaustivo, lo importante señalar es que la misión y las tareas a realizar se deben plasmar en cifras numéricas. El plan debe incluir estimaciones de los recursos futuros, de los gastos y de las necesidades de capital. Debe ser una proyección válida de las actividades futuras. Un plan financiero exitoso es aquel que pudo ser implementado debido a sus objetivos medibles y flexibles.
b. Órganos de Gobierno y Estructura Corporativa: Definir la estructura corporativa es uno de los principales retos, ya que implica individualizar responsabilidades entre los tres principales actores en el manejo financiero: el comité o encargado financiero, el pastor y la membresía; asegurando que se establezcan los objetivos de la organización, y los medios para alcanzarlos. Estos responsables deberían mejorar los mecanismos actuales para asegurar una generación de ingresos suficiente para el cumplimiento de la Gran Comisión.
i. El rol del Comité o Encargado Financiero: Las funciones del comité financiero (llámese tesorero, cajero, administrador, etc.) están delimitadas generalmente en los estatutos de creación. No importa la cantidad de funciones que pueda enumerarse legalmente, financieramente estas deben abarcar dos tipos de decisiones financieras: financiación y las directivas. Las decisiones de financiación se aboca a la obtención de fondos o recursos, mientras que las decisiones directivas conciernen a las medidas operativas y financieras del día a día como, por ejemplo: el salario pastoral, pagos de servicios básicos, gastos fijos y gastos variables que hacen al funcionamiento propio de la organización. Por otro lado, el manejo financiero no solo debe centrarse en los ingresos y egresos, sino también velar por los activos. Un activo es algo que es de propiedad y por ende, velar porque este activo crezca es uno de los roles de los encargados de las finanzas.
ii. El rol del pastor: Es errónea la creencia de que el pastor o líder espiritual debe ser apartado de los asuntos financieros. Todo lo contrario, ya que como líder espiritual debe estar informado y ser un participe activo. No solo se debe acudir al pastor para orar por la escasez o la falta de fondos. Lo que se debe evitar es que el pastor sea cargado con la responsabilidad financiera poniendo en peligro o delegando su responsabilidad primaria.
iii. Conducta apropiada como “dador alegre”
La iglesia no debe ser un lugar especial de rescate financiero, donde los miembros solo van para recibir. La madurez espiritual debe ser acompañada por un estado “dador”. Toda estrategia debe basarse en 2 Corintios 9:7 “Dios ama al dador alegre” (RVG 2010). Si la misma organización tiene que cambiar su conducta dadora, más aun su Cuerpo: los miembros.
Una ley sin falla. La ley de la cosecha.
“Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra abundantemente, abundantemente también segará” (2 Corintios 9:6, RVG 2010)
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EXTRAORDINARIO , ES LA INSTRUCCION ESPERADA, LA CUAL ME SERVIRA PARA ADMINISTAR MEJOR LA IGLESIA , EN LO ESPIRITUAL, ADMINISTRACION Y FINANZAS
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