Segunda parte de la entrevista realizada a Hebert Palomino. En la edición anterior conversamos con el Dr. Hebert Palomino, acerca de l...
Segunda parte de la entrevista realizada a Hebert Palomino.
En la edición anterior conversamos con el Dr. Hebert Palomino, acerca de la trampa de la aceleración. Por falta de espacio, publicamos aquí la respuesta a esta pregunta: Si uno cae en la aceleración ¿qué consecuencias tiene eso para la vida del líder, para su alma? Todo esto va relacionado con la vida interna del ministro. Yo pastoree unos años, enseñé cursos en el área pastoral y en el área de consejería, hasta que un día sentí del Señor dedicarme a pastorear pastores. Actualmente lo hago con misioneros en una organización misionera a la cual pertenezco, pero algo que he podido ver a través de los años es la ansiedad del ministro. Y en esa etapa de diferenciación, tiene mucho que ver la ansiedad.
Es cuando yo no soy consciente de los mismos cuadros de ansiedad, no soy consciente de ello porque nunca nadie me lo ha señalado. Pero cuando alguien en el área de salud mental o en el cuidado pastoral que ha tenido una experiencia en la supervisión y manejo de ministros puede verme de que mi trabajo está más motivado por mi propia ansiedad no resuelta, que por un llamamiento genuino de Jehová.
El deseo de ser un profeta del día de mañana
Yo creo que nosotros los ministros necesitamos regresar a esa palabra profética a no ser profetas del día siguiente, sino ser profetas del día. Lo que ha acelerado mucho al ministerio pastoral en el día de hoy es el querer ser profetas del día siguiente, tener la última noticia para el pueblo, lo que ya ha pasado ya se ha dicho, entonces nos transformamos en profetas del día siguiente y no del día. El profeta del día es alguien que conoce al Señor, aquel que habla cuando Dios habla y calla cuando Dios calla, que puede conocer sus propias motivaciones, que puede conocer su ansiedad, yo estoy haciendo lo que estoy haciendo porque es producto de una ansiedad no controlada, entonces mi cabeza va a mil kilómetros por hora, yo me envuelvo en diez mil actividades porque hay veces mi cerebro me dice: “Podes hacer esto, esto, y esto” y ahí tenemos el ministro que tiene como vulgarmente se dice: Más puestos que un bus, tiene cualquier cantidad de cargos, pero ninguno de ellos lo puede llevar a cabo efectivamente desde el punto de vista pastoral, porque aquí no se trata de llevarlos a cabo todas las responsabilidades, sino si en cada cosa que yo hago pastoralmente puede la gente señalar y decir: allí está la pastoral de mi ministro.
La fatiga de compasión
Lo que nos debe motivar a nosotros en este acelero es entender de que cuando mi ansiedad controla mi acción, esto va a traer consigo un desgaste. Hoy en día estamos hablando de un término, que de cierta manera es relativamente nuevo porque ha sido un término de los pasados años que es la fatiga de compasión. Se empezó a mirar lo que era el burnout, se estudio mucho sobre el estrés, se saltó a lo que era el síndrome postraumático, una persona que estuvo expuesta a tanto dolor, a tanto sufrimiento, a tanta muerte, a tanto desgaste, que de un momento a otro hizo un síndrome postraumático, un PTSD. Entonces los agentes de salud mental empezaron a estudiar a estas personas, pero se dieron cuenta de algo. Los médicos, enfermeras, pastores y el clero en general también experimentaban cierto tipo de desgaste que iba entre el estrés y el burnout, pero no era síndrome postraumático, porque estas personas podían seguir funcionando pero se caían. Lo interesante era que no le podían categorizar muy bien a este tipo de población, que eran médicos, bomberos voluntarios, policías, enfermeras, pastores y se dedicaron las ciencias sociales para estudiar este tipo de individuos. Estas no eran personas que habían visto un bombardeo, que no habían sido expuestos a algo demasiado grave, pero eran personas que también sufrían un desgaste, pero a diferenciación de victimas; estos asistían a las víctimas en los centros hospitalarios, en los casos de incendios o catástrofes naturales. Y de ahí surge lo que es el término de la fatiga de compasión:
La fatiga de compasión es relacionada a personas que sirven a otros, que dedican mucho tiempo al sufrimiento humano, a atender personas en dolor pero que también experimentaban síntomas muy similares al burnout.
Y ahí es lo que surge el término de la fatiga de compasión, y se comienza a hablar sobre este tema y ahí entran los ministros ¿Por qué? Porque el ministro está expuesto a mucho sufrimiento: En la mañana puede ser que va al hospital a asistir una mama que después de nueve meses tuvo una criatura y las dos tres horas el bebe muere y el pastor asiste a esa persona. El sale de allí y quizás en otro cuarto del hospital tiene a un miembro que le han encontrado un cáncer y ha hecho una metástasis, y el ministro vive más dolor. De pronto regresa a su oficina pastoral y encuentra a un miembro de la iglesia, a una pareja que viene porque su matrimonio no da más y quieren divorciarse, más dolor. Así que en el día, ese pastor tiene dos tres experiencias dolorosas de mucho dolor, llega a su casa y tal vez se encuentra que su señora le dice: nuestro hijo trajo una nota del colegio donde han encontrado que él se volvió con unos amigos tomando licor usando drogas y ese es otro dolor.
Mira tú, que en todo ese sufrimiento que el pastor absorbe la pregunta es ¿quién ministra al pastor?, ¿quién pastorea al pastor? Entonces en ese acelere del mundo este pastor se nos comienza a deteriorar emocionalmente, físicamente su cuerpo va dar señales o pautas de un deterioro y espiritualmente tal vez el comience a presentar sus falencias que van a influir directa o indirectamente en su vida ministerial.
Es cuando yo no soy consciente de los mismos cuadros de ansiedad, no soy consciente de ello porque nunca nadie me lo ha señalado. Pero cuando alguien en el área de salud mental o en el cuidado pastoral que ha tenido una experiencia en la supervisión y manejo de ministros puede verme de que mi trabajo está más motivado por mi propia ansiedad no resuelta, que por un llamamiento genuino de Jehová.
El deseo de ser un profeta del día de mañana
Yo creo que nosotros los ministros necesitamos regresar a esa palabra profética a no ser profetas del día siguiente, sino ser profetas del día. Lo que ha acelerado mucho al ministerio pastoral en el día de hoy es el querer ser profetas del día siguiente, tener la última noticia para el pueblo, lo que ya ha pasado ya se ha dicho, entonces nos transformamos en profetas del día siguiente y no del día. El profeta del día es alguien que conoce al Señor, aquel que habla cuando Dios habla y calla cuando Dios calla, que puede conocer sus propias motivaciones, que puede conocer su ansiedad, yo estoy haciendo lo que estoy haciendo porque es producto de una ansiedad no controlada, entonces mi cabeza va a mil kilómetros por hora, yo me envuelvo en diez mil actividades porque hay veces mi cerebro me dice: “Podes hacer esto, esto, y esto” y ahí tenemos el ministro que tiene como vulgarmente se dice: Más puestos que un bus, tiene cualquier cantidad de cargos, pero ninguno de ellos lo puede llevar a cabo efectivamente desde el punto de vista pastoral, porque aquí no se trata de llevarlos a cabo todas las responsabilidades, sino si en cada cosa que yo hago pastoralmente puede la gente señalar y decir: allí está la pastoral de mi ministro.
La fatiga de compasión
Lo que nos debe motivar a nosotros en este acelero es entender de que cuando mi ansiedad controla mi acción, esto va a traer consigo un desgaste. Hoy en día estamos hablando de un término, que de cierta manera es relativamente nuevo porque ha sido un término de los pasados años que es la fatiga de compasión. Se empezó a mirar lo que era el burnout, se estudio mucho sobre el estrés, se saltó a lo que era el síndrome postraumático, una persona que estuvo expuesta a tanto dolor, a tanto sufrimiento, a tanta muerte, a tanto desgaste, que de un momento a otro hizo un síndrome postraumático, un PTSD. Entonces los agentes de salud mental empezaron a estudiar a estas personas, pero se dieron cuenta de algo. Los médicos, enfermeras, pastores y el clero en general también experimentaban cierto tipo de desgaste que iba entre el estrés y el burnout, pero no era síndrome postraumático, porque estas personas podían seguir funcionando pero se caían. Lo interesante era que no le podían categorizar muy bien a este tipo de población, que eran médicos, bomberos voluntarios, policías, enfermeras, pastores y se dedicaron las ciencias sociales para estudiar este tipo de individuos. Estas no eran personas que habían visto un bombardeo, que no habían sido expuestos a algo demasiado grave, pero eran personas que también sufrían un desgaste, pero a diferenciación de victimas; estos asistían a las víctimas en los centros hospitalarios, en los casos de incendios o catástrofes naturales. Y de ahí surge lo que es el término de la fatiga de compasión:
La fatiga de compasión es relacionada a personas que sirven a otros, que dedican mucho tiempo al sufrimiento humano, a atender personas en dolor pero que también experimentaban síntomas muy similares al burnout.
Y ahí es lo que surge el término de la fatiga de compasión, y se comienza a hablar sobre este tema y ahí entran los ministros ¿Por qué? Porque el ministro está expuesto a mucho sufrimiento: En la mañana puede ser que va al hospital a asistir una mama que después de nueve meses tuvo una criatura y las dos tres horas el bebe muere y el pastor asiste a esa persona. El sale de allí y quizás en otro cuarto del hospital tiene a un miembro que le han encontrado un cáncer y ha hecho una metástasis, y el ministro vive más dolor. De pronto regresa a su oficina pastoral y encuentra a un miembro de la iglesia, a una pareja que viene porque su matrimonio no da más y quieren divorciarse, más dolor. Así que en el día, ese pastor tiene dos tres experiencias dolorosas de mucho dolor, llega a su casa y tal vez se encuentra que su señora le dice: nuestro hijo trajo una nota del colegio donde han encontrado que él se volvió con unos amigos tomando licor usando drogas y ese es otro dolor.
Mira tú, que en todo ese sufrimiento que el pastor absorbe la pregunta es ¿quién ministra al pastor?, ¿quién pastorea al pastor? Entonces en ese acelere del mundo este pastor se nos comienza a deteriorar emocionalmente, físicamente su cuerpo va dar señales o pautas de un deterioro y espiritualmente tal vez el comience a presentar sus falencias que van a influir directa o indirectamente en su vida ministerial.