En el primer artículo se presentó el caso del joven que volvió de un campamento misionero lleno de entusiasmo preparado para ir a las misiones mundiales. Este volvió con duras críticas diciendo que en su iglesia no se hace nada.
Para ayudar a estos jóvenes debemos conocer nuestro papel en la iglesia. La “cultura abusadora” de la iglesia nos ha hecho creer
que el pastor debe hacerlo todo, debe conocer de todo y no debe tener ningún error o limitación. Esta mentira lo cree la iglesia, y también muchos pastores. Entonces, ¿Cuál es nuestra tarea?
• Escuche con atención e interés al joven, y con una sonrisa mirarle a los ojos.
• Hágale preguntas a fin de comprender lo que el joven tiene en su corazón.
• Dígale que está contento de que Dios haya puesto “ese deseo” en su corazón.
• Cuéntele su testimonio de cómo Dios lo ha llamado.
• Adviértale que el camino de Servicio a Dios no es fácil, pero que usted estará a su lado en caso de que lo necesite.
• Motívele a que comparta de su decisión a la iglesia, en un culto principal.
• Invítele a orar periódicamente por este llamado, no para saber si es genuino o no, sino para que Dios guíe los próximos pasos.
• Invítele a que sea su colaborador cercano, a fin de transmitirle experiencia.
• Sugiérale estudiar en algún Seminario o Instituto Bíblico.
• Ore por él, imponiendo su mano sobre él (sobre la cabeza u hombro), agradeciendo a Dios por lo que ha hecho en la vida del joven y pidiendo su bendición sobre él.
• Finalmente, después de la oración, déle un afectuoso abrazo, y concrete una próxima entrevista.
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