Educando intencionalmente para la adolescencia ¿Pueden los padres entenderse con sus hijos adolescentes y llevar una relación saludable? Es...
Educando intencionalmente para la adolescencia
¿Pueden los padres entenderse con sus hijos adolescentes y llevar una relación saludable? Es la pregunta del millón de dólares. Claro que pueden. La relación padres-hijos adolescentes no tiene que ser negativa, enferma, débil o destructiva. Aunque el adolescente esté atravesando por una etapa de transición en su vida y los padres muchas veces no les comprenden, si ambos ponen de su parte y reconocen sus errores, las cosas pueden mejorar en dicha relación.
En Salmos 19:12 David se pregunta: “¿Quién podrá entender sus propios errores? Líbrame de los que me son ocultos” (RVR1960). Esta es una pregunta importante, ya que
solo Dios puede conocer a ciencia cierta nuestros errores y pecados. Sin embargo, nosotros también debemos entender en qué áreas necesitamos mejorar como padres de familia y como hijos. Hay padres y madres que han cometido errores en la educación y relación con sus adolescentes. Por lo tanto, deben reconocerlos, enmendarlos y educarlos intencionalmente en esta etapa de sus vidas. Hay hijos adolescentes que han cometido errores al faltarles el respeto a sus padres y desobedecerlos abiertamente. Por lo tanto, deben admitirlos y rectificarlos. La voluntad de Dios es que ustedes disfruten de una sana relación como padres de familia e hijos en la pubertad.
Control vs. libertad: el punto de equilibrio
Equilibrio es la armonía entre dos fuerzas opuestas de la misma intensidad. Por otro lado, punto de equilibrio es un término que se usa en el mundo de las finanzas. Indica que un comercio, empresa o familia, no gana dinero, pero tampoco pierde. Es decir, que los ingresos cubren los costos. En una palabra, el punto de equilibrio produce igualdad. En ese sentido, creo que en las familias también deben buscar el punto de equilibrio, especialmente en la relación padres-hijos adolescentes. Digo esto, porque se trata de dos fuerzas opuestas que generalmente están luchando: Los padres quieren controlarlos y los hijos adolescentes quieren tener todas las libertades.
Control versus libertad, es la lucha de todos los días. Los padres quieren decidir por los hijos, argumentan que tienen más experiencia y que saben más que los púberes, son severos y a la vez sobreprotectores, quieren estar al tanto de cada aspecto de la vida de sus hijos adolescentes. Sin embargo, están asfixiando el desarrollo de la personalidad de sus hijos, pues no les permiten asumir sus responsabilidades y están criando hijos dependientes de los padres. En el otro polo, están los adolescentes que quieren todas las libertades, todos los permisos, quieren entrar y salir de casa a la hora que decidan, no quieren colaborar en el hogar, piensan que los valores y la moralidad es algo anticuado. De manera que, tanto los padres como los hijos adolescentes deben “luchar legítimamente”. Esta frase la tomamos prestada de 2 Timoteo 2:5 que dice: “Y también el que lucha como atleta, no es coronado si no lucha legítimamente” (RVR1960). Eso significa que los atletas debían regirse a las reglas del deporte. Como padres deben respetar las reglas de la Palabra de Dios. Por lo tanto, noean padres controladores, denles ciertas libertades a sus hijos. Como hijos, deben sujetarse a las reglas de la Palabra de Dios. Por ser menores de edad, deben obedecer a sus padres, no pueden tomarse todas las libertades. Busquen el punto de equilibro y procuren hacer la voluntad de Dios.
Mejorando la comunicación
“¿De qué voy a hablar con mi hijo/a adolescente?”, preguntan los padres, pues piensan que no hay nada en común con sus muchachos, que cada cual vive en un mundo distinto, que tienen diferentes intereses. Quizá sea así, sin embargo, los padres deben tomar la iniciativa y hablar con su hijo o hija adolescente, sobre las cosas que a él o a ella le interesan. Seguramente si usted les habla de política, de su trabajo, de sus planes, a su hijo o hija no le interesará. Pero si charla con su adolescente sobre el deporte que a él o ella le gusta, sobre sus pasatiempos, sus amigos, sus estudios, su sexualidad, su futuro inmediato, su salud, su música preferida y otros temas que le interesen, seguramente logrará una conexión. En ese sentido, Proverbios 15:23 afirma: “El hombre se alegra con la respuesta de su boca; y la palabra a su tiempo, ¡cuán
buena es!” (RVR1960).
Definitivamente, nuestros hijos se alegrarán al escucharnos hablar sobre temas de su interés, especialmente cuando nuestras palabras llegan a tiempo. Lo que realmente importa no es tanto lo que uno dice, sino cómo lo dice y cuándo lo dice. Podemos compartirles buenos consejos, pero si lo hacemos con gritos, no funcionará. Debemos hablar a tiempo, es decir, cuando nuestras palabras sean oportunas, cuando producirán un efecto positivo, cuando edificarán la vida de nuestros hijos. De lo contrario, nuestras palabras serán palabras a destiempo. Además de hablar sobre temas que les atañen a los jóvenes, usted debe variar su lenguaje. Sin llegar al extremo de hablar caló o la jerga juvenil, puede usar algunas expresiones que ellos usan, conversar sobre las redes sociales, películas modernas, aplicaciones en el celular, etc. De ese modo, usted bajará un poco para colocarse al nivel de sus hijos. Si ellos siempre le escuchan hablar sobre temas de adultos, asuntos formales o serios, nunca le escucharán. Por supuesto, también es necesario hablar de asuntos serios, pero de forma atinada.
Consejos finales
Padres: Traten de pasar más tiempo y tiempo de calidad con sus hijos, traten de comprenderles, bríndenles amor y aceptación, nunca les rechacen. Gánense la confianza de ellos gradualmente, manifiéstenles respeto y tolerancia, jueguen con sus chicos, permítanles poco a poco ir tomando sus propias decisiones, mientras los orientan en las mismas. Muchachos(as): No vean a sus padres como enemigos, reconozcan que ellos anhelan su bienestar. Por lo tanto, ámenlos, respétenlos, confíen en ellos y denles gracias a Dios por ellos. De este modo, la relación será saludable y atinada.
Por Víctor Súchite suchitevictor@yahoo.es
Vive en Guatemala, tiene un doctorado en Ministerio Pastoral y es pastor y consejero familiar. Es fundador del ministerio “La familia es prioridad”, que tiene como objetivo fortalecer a los matrimonios y ayudar a mejorar las relaciones familiares. Su cápsula radial “La familia es prioridad” se escucha en 400 emisoras del continente. Víctor y su esposa Mayra llevan 32 años de casados y tienen tres hijos: Tania —casada con Dany Rodríguez—, Kevin —ca- sado con Ingrid Grotewold— y Yadira.