Reflejar la paternidad de Dios mediante las palabras y el ejemplo La idea de ser padres y soñar con el futuro de nuestros hijos late en ...
Reflejar la paternidad de Dios mediante las palabras y el ejemplo
La idea de ser padres y soñar con el futuro de nuestros hijos late en el corazón de la mayoría de las parejas. Incluso ya estando de novios, uno de los temas frecuentes de conversación es sobre los hijos.
Recuerdo que cuando éramos novios con mi amada esposa y surgió este tema, yo le dije que me en- cantaría tener once y formar un equipo de fútbol.
¡Sus ojos se abrieron del susto!
Durante el embarazo de nuestra primer hija, la falta de experiencia y el temor de hacer las cosas mal, y de no poder asegurar el resultado de nuestra paternidad, nos motivó a buscar información.
¡Pero descubrimos que la práctica es muy distinta a la teoría!
Porque cada hijo es diferente, su carácter, su temperamento y la etapa de nuestra propia vida que vivimos en ese momento.
Como la paternidad es práctica, pronto aprendimos que nuestras experiencias individuales habían distorsionado la imagen de la verdadera paternidad (quizás hay personas que han crecido sin una buena paternidad, o con ausencia de esta), y los votos internos de nuestro corazón —«Yo nunca seré...» «Yo no voy a ser así con mis hijos...»— nos podían encaminar a resultados poco deseables.
¿Cuántos saben que podemos decirle a nuestro hijo pequeño «No hagas eso», y lo hará?
No se trata de la desobediencia, sino que la experiencia propia es la que cuenta para ir madurando.
Así fue que nos dimos cuenta de que es muy fácil reproducir patrones de paternidad errados, repetir incluso actitudes que nosotros habíamos rechazado de niños, y sembrar una semilla en el corazón de nuestros hijos que dará su fruto del mismo género.
Si te identificas en algo de lo que estamos compartiendo, quisiera mostrarte algunos puntos que nos llevarán a mejorar la educación de nuestros hijos:
Permanentemente Él ha estado atento a Su pueblo como un padre lo estaría a sus hijos, guiándolo, mostrándole el camino, no solo el camino, sino el mejor Camino (Jn 1.12; Pr 22.6; He 12.5-10).
Hablamos de modelos: si están distorsionados, ¡también los defectos serán copiados! Los niños son grandes observadores. No son bobos. Podemos decirles mil palabras, ¡pero ellos las compararán con nuestros actos! Y harán lo que nosotros hacemos y no lo que digamos.
Alguien dijo: «Una acción vale más que mil palabras».
Queridos padres, es tan importante que nosotros podamos conocerle a Dios como Padre para adquirir Sus virtudes y modelar delante de nuestros hijos.
Hay una canción que me encanta, y me hace reflexionar, dice algo así: «Yo quiero ser como Tú, porque él quiere ser como yo».
Finalmente, ¿qué palabras y modelos es-tás transmitiendo a tus hijos? ¿Son los tuyos propios? ¿O son los que el Señor te dejó encargado que les transmitieras?
Acerca del autor:
Adrián Rodríguez es coordinador del ministerio Fundamentos para la Familia en la fundación Principios de Vida, junto a su esposa Romina. Son consejeros matrimoniales y familiares. Casado hace 24 años 3 hijas. Iglesia Comunidad Cristiana de Asunción.
La idea de ser padres y soñar con el futuro de nuestros hijos late en el corazón de la mayoría de las parejas. Incluso ya estando de novios, uno de los temas frecuentes de conversación es sobre los hijos.
- ¿Cuántos vamos a tener?
- ¿Qué quisiéramos para ellos?
Recuerdo que cuando éramos novios con mi amada esposa y surgió este tema, yo le dije que me en- cantaría tener once y formar un equipo de fútbol.
¡Sus ojos se abrieron del susto!
Durante el embarazo de nuestra primer hija, la falta de experiencia y el temor de hacer las cosas mal, y de no poder asegurar el resultado de nuestra paternidad, nos motivó a buscar información.
¡Pero descubrimos que la práctica es muy distinta a la teoría!
Porque cada hijo es diferente, su carácter, su temperamento y la etapa de nuestra propia vida que vivimos en ese momento.
Como la paternidad es práctica, pronto aprendimos que nuestras experiencias individuales habían distorsionado la imagen de la verdadera paternidad (quizás hay personas que han crecido sin una buena paternidad, o con ausencia de esta), y los votos internos de nuestro corazón —«Yo nunca seré...» «Yo no voy a ser así con mis hijos...»— nos podían encaminar a resultados poco deseables.
¿Cuántos saben que podemos decirle a nuestro hijo pequeño «No hagas eso», y lo hará?
No se trata de la desobediencia, sino que la experiencia propia es la que cuenta para ir madurando.
Así fue que nos dimos cuenta de que es muy fácil reproducir patrones de paternidad errados, repetir incluso actitudes que nosotros habíamos rechazado de niños, y sembrar una semilla en el corazón de nuestros hijos que dará su fruto del mismo género.
Si te identificas en algo de lo que estamos compartiendo, quisiera mostrarte algunos puntos que nos llevarán a mejorar la educación de nuestros hijos:
La Palabra
Nuestro Padre Dios nos ha dejado Su Palabra para desarrollar nuestra vida integral a través de Sus atributos como Padre.Permanentemente Él ha estado atento a Su pueblo como un padre lo estaría a sus hijos, guiándolo, mostrándole el camino, no solo el camino, sino el mejor Camino (Jn 1.12; Pr 22.6; He 12.5-10).
La responsabilidad
Creo que cuando Dios deja Sus mandamientos, insta intencionalmente a los padres a instruir a sus hijos con la Palabra, de tal manera que sea grabada en su corazón y visible a sus ojos en todo momento, lugar y circunstancia (Dt 6.1- 9; Pr 22.6).El modelo
La Palabra está reflejando un modelo, desde el Génesis, cuando Dios dice «Hagamos al hombre a nuestra imagen» (Gn 1.26 RV60), o cuando el Nuevo Testamento dice que debemos crecer a la estatura del varón perfecto (Ef 4.13).Hablamos de modelos: si están distorsionados, ¡también los defectos serán copiados! Los niños son grandes observadores. No son bobos. Podemos decirles mil palabras, ¡pero ellos las compararán con nuestros actos! Y harán lo que nosotros hacemos y no lo que digamos.
Alguien dijo: «Una acción vale más que mil palabras».
Queridos padres, es tan importante que nosotros podamos conocerle a Dios como Padre para adquirir Sus virtudes y modelar delante de nuestros hijos.
Hay una canción que me encanta, y me hace reflexionar, dice algo así: «Yo quiero ser como Tú, porque él quiere ser como yo».
Finalmente, ¿qué palabras y modelos es-tás transmitiendo a tus hijos? ¿Son los tuyos propios? ¿O son los que el Señor te dejó encargado que les transmitieras?
Acerca del autor:
Adrián Rodríguez es coordinador del ministerio Fundamentos para la Familia en la fundación Principios de Vida, junto a su esposa Romina. Son consejeros matrimoniales y familiares. Casado hace 24 años 3 hijas. Iglesia Comunidad Cristiana de Asunción.