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POR SOFÍA JUDIT P. DE CICORIO.
En todas las congregaciones nos encontramos con un buen número de mujeres con el deseo de servir a su Señor, compartir sus experiencias, triunfos y desaciertos. Es de marcada importancia que contemos con un ministerio de y para las damas en la iglesia.
En cada casa deberíamos tener una encargada o coordinadora, que puede o no ser la dueña de casa. Si alguien quiere abrir su casa y aún no está preparada para dirigir un grupo, puede solicitar una encargada.
También es necesario una coordinadora general, que reúna al menos una vez cada dos meses, a todas las encargadas de grupo a fin de unificar criterios, orar unas por otras, evaluar la marcha y crecimiento del grupo, y hacer los ajustes que se precisen. Además, esta coordinadora general debe proveer el material a usarse en todos los grupos por igual, así nos aseguraremos que todas estén recibiendo la misma enseñanza, procurando avanzar al mismo tiempo con cada lección o tema.
El material a utilizar debería ser seleccionado entre las encargadas, en común acuerdo, previo análisis de las necesidades más sentidas de la mayoría de las mujeres que asistirán a los encuentros, teniendo en cuenta si son casadas, solteras, jóvenes, mayores. Nuestra enseñanza debe basarse en Tito 2.3-5, es decir, sin enseñar nada que contradiga o no esté acorde con la enseñanza bíblica para las damas.
Una vez al mes se puede tener una reunión unida en el local de la congregación, o en otro lugar, donde participen todos los grupos y compartan sus experiencias. De esta manera, evitaremos la formación del frecuente y perjudicial «grupismo». «Yo asisto en la casa de tal o cual hermana y es mejor su enseñanza». En estas reuniones mensuales podemos tener invitadas especiales que compartan la Palabra.
Cualquier problema o dificultad que surgiera en los grupos, debería ser compartido con la coordinadora general tan pronto como sea posible.
Contamos con la Palabra de Dios y con la poderosa guía del Espíritu Santo para llevar a cabo Sus proyectos. ¡Actuemos conforme a Su voluntad y Él respaldará nuestro trabajo!
Acerca de la autora:
Sofía (sofiacicorio@hotmail.com) es argentina, de la provincia de Córdoba. Lleva 27 años viviendo en Paraguay, casada, con dos hijos. Junto a su esposo, el Pr. Julio Cicorio, sirven en la Comunidad Cristiana de Lambaré, se dedican a la consejería matrimonial y a establecer grupos de discipulado. Egresada del Instituto Bíblico Cristo para las Naciones.
En todas las congregaciones nos encontramos con un buen número de mujeres con el deseo de servir a su Señor, compartir sus experiencias, triunfos y desaciertos. Es de marcada importancia que contemos con un ministerio de y para las damas en la iglesia.
¿Por qué trabajar con mujeres en grupos pequeños?
- Porque las mujeres tenemos necesidades propias, especificas, diferentes a la de los hombres.
- Porque las hermanas jóvenes deben aprender de las mayores: «Las ancianas... Deben enseñar lo bueno y aconsejar a las jóvenes a amar a sus esposos y a sus hijos, a ser sensatas y puras, cuidadosas del hogar, bondadosas y sumisas a sus esposos, para que no se hable mal de la palabra de Dios» (Tit 2.3-5).
- Porque en la multitud de consejeros está la sabiduría. Muchas veces no podemos solas; necesitamos la sabiduría de una mujer madura, de su consejo oportuno, su amonestación, su aliento.
- Porque es necesaria la comunión para recibir bendición. «¡Cuán bueno y cuán agradable es que los hermanos convivan en armonía!... Donde se da esta armonía el Señor concede bendición y vida eterna» (Sal 133.1, 3).
- Porque estas reuniones también proveen un tiempo de relax, ese momento que tanto necesitamos las mujeres.
¿Cómo organizar los grupos de mujeres y llevarlo adelante?
Podemos hacerlo en grupos pequeños por las casas: «No dejaban de reunirse en el templo ni un solo día. De casa en casa partían el pan y compartían la comida con alegría y generosidad» (Hch 2.46). Podemos hacerlo una vez por semana. La forma puede cambiar según las características de cada época, pero el principio siempre es el mismo: reunirse.En cada casa deberíamos tener una encargada o coordinadora, que puede o no ser la dueña de casa. Si alguien quiere abrir su casa y aún no está preparada para dirigir un grupo, puede solicitar una encargada.
También es necesario una coordinadora general, que reúna al menos una vez cada dos meses, a todas las encargadas de grupo a fin de unificar criterios, orar unas por otras, evaluar la marcha y crecimiento del grupo, y hacer los ajustes que se precisen. Además, esta coordinadora general debe proveer el material a usarse en todos los grupos por igual, así nos aseguraremos que todas estén recibiendo la misma enseñanza, procurando avanzar al mismo tiempo con cada lección o tema.
El material a utilizar debería ser seleccionado entre las encargadas, en común acuerdo, previo análisis de las necesidades más sentidas de la mayoría de las mujeres que asistirán a los encuentros, teniendo en cuenta si son casadas, solteras, jóvenes, mayores. Nuestra enseñanza debe basarse en Tito 2.3-5, es decir, sin enseñar nada que contradiga o no esté acorde con la enseñanza bíblica para las damas.
Una vez al mes se puede tener una reunión unida en el local de la congregación, o en otro lugar, donde participen todos los grupos y compartan sus experiencias. De esta manera, evitaremos la formación del frecuente y perjudicial «grupismo». «Yo asisto en la casa de tal o cual hermana y es mejor su enseñanza». En estas reuniones mensuales podemos tener invitadas especiales que compartan la Palabra.
Cualquier problema o dificultad que surgiera en los grupos, debería ser compartido con la coordinadora general tan pronto como sea posible.
Contamos con la Palabra de Dios y con la poderosa guía del Espíritu Santo para llevar a cabo Sus proyectos. ¡Actuemos conforme a Su voluntad y Él respaldará nuestro trabajo!
Acerca de la autora:
Sofía (sofiacicorio@hotmail.com) es argentina, de la provincia de Córdoba. Lleva 27 años viviendo en Paraguay, casada, con dos hijos. Junto a su esposo, el Pr. Julio Cicorio, sirven en la Comunidad Cristiana de Lambaré, se dedican a la consejería matrimonial y a establecer grupos de discipulado. Egresada del Instituto Bíblico Cristo para las Naciones.