Por Paul Hiebert. El concepto y lugar de la consejería en la vida de la iglesia ¿Qué nos revela nuestra concordancia bíblica? La verdad...
Por Paul Hiebert.
Ahora, lo que en forma implícita responde a la pregunta, son las personas en necesidad dentro del contexto citado. La Biblia manda que «se restauren mutuamente» (2 Co 13.11), «se animen mutuamente» (1 Ts 4.18; 1 Ti 4.13), «se amonesten mutuamente» (1 Ts 5.14), «instruirse mutuamente» (Col 3.16), «ayudar a los demás» (Fil. 4,3), «sufrir con los que sufren y alegrarse con los alegres» (1 Co 12.26), «ayudarse unos a otros a llevar la carga» (Ga 6.1-2); y esta lista podríamos ampliar aún más. Son palabras que engloban el término consejería.
El contexto de estas interpelaciones muestra que hay personas en necesidad las cuales necesitan la ayuda de otro. Precisamente lo que un consejero emula en su misión para con sus aconsejados. Trata de dar respuestas a preguntas que se refieren a la salvación, la sanidad, de acompañar a personas enfermas, moribundas, de ocuparse por personas con enfermedades crónicas, con personas con capacidades diferentes.
¡Todos ellos lo necesitan!, o mejor nos preguntamos, ¿quién no precisa de un consejero en algún momento de su vida?
En este camino a la plenitud, o como lo formula el evangelio de Mateo «sed perfectos, así como su Padre celestial es perfecto» (5.48) indispensablemente necesitamos —en determinadas situaciones— a un consejero que nos dé un empujón, como representante de Dios, a superarnos y avanzar hacia la meta.
La consejería es necesaria porque nos encontramos en el camino. Pablo lo expresa como anillo al dedo «no es que ya lo haya conseguido todo, o que ya sea perfecto. Sin embargo, sigo adelante esperando alcanzar aquello para lo cual Cristo Jesús me alcanzó a mí» (Fil 3.12). Con su humilde y sincera experiencia de vida aconseja a los hermanos.
Acerca del autor:
Paul Hiebert (capellaniahospital@chortitzer.com.py) es de Paraguay. Pastor de la iglesia Las Palmas, docente universitario y capellán, posee una maestría en Ciencias Pastorales. Fue por varios años profesor y capellán en el Centro Menonita de Teología Asunción (CEMTA). Se desempeña actualmente como capellán en el Hospital de Loma Plata, Chaco, y profesor de Formación Espiritual en la Facultad de Enfermería. Está casado con Daniela y tienen cuatro hijos.
El concepto y lugar de la consejería en la vida de la iglesia
¿Qué nos revela nuestra concordancia bíblica? La verdad que la palabra «consejería» ni aparece allí. ¿Será que nos movemos en un entorno extrabíblico procurando responder esta pregunta? Un momento, veamos...¿Qué define la consejería?
La Biblia cita una amplia gama de palabras que describen precisamente lo que la consejería busca abarcar. Especialmente en el Nuevo Testamento, lo que respecta a la edificación de la iglesia, aparecen estos términos. Significa que el punto de partida de la consejería es la iglesia, para con sus miembros y más allá de ella; es decir el entorno social de cada iglesia. Tanto el punto de partida como la meta es el contexto llamado iglesia. El pastor de esta iglesia es Jesucristo («Yo soy el buen pastor» Jn 10.11a) y sin su ayuda y encarnación en el ejercicio del trabajo los resultados serán fragmentados.Ahora, lo que en forma implícita responde a la pregunta, son las personas en necesidad dentro del contexto citado. La Biblia manda que «se restauren mutuamente» (2 Co 13.11), «se animen mutuamente» (1 Ts 4.18; 1 Ti 4.13), «se amonesten mutuamente» (1 Ts 5.14), «instruirse mutuamente» (Col 3.16), «ayudar a los demás» (Fil. 4,3), «sufrir con los que sufren y alegrarse con los alegres» (1 Co 12.26), «ayudarse unos a otros a llevar la carga» (Ga 6.1-2); y esta lista podríamos ampliar aún más. Son palabras que engloban el término consejería.
El contexto de estas interpelaciones muestra que hay personas en necesidad las cuales necesitan la ayuda de otro. Precisamente lo que un consejero emula en su misión para con sus aconsejados. Trata de dar respuestas a preguntas que se refieren a la salvación, la sanidad, de acompañar a personas enfermas, moribundas, de ocuparse por personas con enfermedades crónicas, con personas con capacidades diferentes.
¡Todos ellos lo necesitan!, o mejor nos preguntamos, ¿quién no precisa de un consejero en algún momento de su vida?
En camino a la perfección
Efesios capítulo cuatro nos da un margen de referencia hacia donde cada cristiano debiera apuntar para con su vida; y así le debieran importar también sus semejantes que lleguen allí; dice «que todos lleguemos [...] a la condición de un hombre maduro, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo» (v. 13).En este camino a la plenitud, o como lo formula el evangelio de Mateo «sed perfectos, así como su Padre celestial es perfecto» (5.48) indispensablemente necesitamos —en determinadas situaciones— a un consejero que nos dé un empujón, como representante de Dios, a superarnos y avanzar hacia la meta.
La consejería es necesaria porque nos encontramos en el camino. Pablo lo expresa como anillo al dedo «no es que ya lo haya conseguido todo, o que ya sea perfecto. Sin embargo, sigo adelante esperando alcanzar aquello para lo cual Cristo Jesús me alcanzó a mí» (Fil 3.12). Con su humilde y sincera experiencia de vida aconseja a los hermanos.
Acerca del autor:
Paul Hiebert (capellaniahospital@chortitzer.com.py) es de Paraguay. Pastor de la iglesia Las Palmas, docente universitario y capellán, posee una maestría en Ciencias Pastorales. Fue por varios años profesor y capellán en el Centro Menonita de Teología Asunción (CEMTA). Se desempeña actualmente como capellán en el Hospital de Loma Plata, Chaco, y profesor de Formación Espiritual en la Facultad de Enfermería. Está casado con Daniela y tienen cuatro hijos.