Presentamos la historia de “un mensaje a la conciencia” ( www.conciencia.net ), uno de los programas cristianos pioneros en la radio. Hoy...
Presentamos la historia de “un mensaje a la conciencia”
(www.conciencia.net), uno de los programas cristianos pioneros en la
radio. Hoy se difunde en todo el mundo 6.000 veces al día por radio y
televisión.
La voz que resuena en millones de conciencias Paul Finkenbinder, conocido como el Hermano Pablo.
Nació en Puerto Rico en 1921 de padres misioneros. Creció hablando español e inglés, y con un profundo amor a las misiones.
Inició su ministerio en 1942 con su esposa Linda en El Salvador. En 1955, movido por la mano de Dios, decidió usar la radio como medio de evangelización, a pesar del alto costo de los espacios radiofónicos y la falta de experiencia en el medio. Se comunicó con una de las radios y contrató un espacio de quince minutos.
Corría el año de 1962 y una mañana, cuando el hermano Pablo llegó a la emisora para entregar las cintas grabadas para la siguiente semana, el gerente dijo que necesitaba hablar con él unos minutos:
– Hemos hecho una encuesta y hemos comprobado que cuando usted está en el aire con su programa a las 6:45 de la mañana, nosotros perdemos una considerable cantidad de audiencia. Creo que el problema está en que a esa hora nadie está dispuesto a escuchar un largo monólogo sobre Dios. Usted debería ocupar un espacio a eso de las cuatro de la tarde, cuando las mujeres están en sus casas y pueden sentarse tranquilamente a escuchar un mensaje de Dios.
El hermano Pablo lo contempló un largo rato. Eso era como un balde de agua fría que apagaba su euforia y visión. Por supuesto, no compartía la opinión del gerente. Pero, de todos modos,- pensó -, esta gente algo debe saber de radio; por algo están en el negocio; quizás si se cambia el horario la atención de la audiencia mejorará.
-¿Tiene usted alguna otra sugerencia que hacerme? –preguntó el hermano Pablo.
-Sí, tengo otra, pero quién sabe si le va gustar. ¿Por qué no hace un microprograma de tres a cuatro minutos?
-¿Un programa de cuatro minutos? -El hermano Pablo quedó estupefacto.- ¡Tengo tanto que decir, que quince minutos apenas alcanzan!
-Hagamos una prueba -dijo el gerente. Elija usted al azar cualquiera de sus discursos de quince minutos; tráigamelo y yo lo voy a reducir a tres minutos y verá usted que nada esencial habré de dejar afuera.
-¿De veras? -replicó el hermano Pablo.
-Tan cierto como que estoy hablando con usted.
-Bueno, deme entonces un par de semanas para pensarlo.
El hermano Pablo consultó con personas del entorno cristiano. Todos opinaban que no. “Si los cristianos dicen que el programa es demasiado corto, entonces, es demasiado largo para la gente que quiero alcanzar”, concluyó el hermano Pablo. Y tomó la decisión. Reduciría el programa a cuatro minutos y lo dirigiría exclusivamente a los inconversos. Se dirigió a la emisora y aceptó la proposición del gerente.
Casi instantáneamente el director de programación le sugirió llamar al programa: “Un Mensaje a la Conciencia”. Era un nombre hermoso, magnífico. El programa era ahora como debía ser: sencillo, enérgico, llamativo, e interesante a todos los públicos.
En 1964 el hermano Pablo se trasladó a Costa Mesa, California y formó su organización radial dirigida a toda Latinoamérica. Hoy, el programa se transmite por radio, televisión e internet. También se imprime en importantes periódicos del mundo.
El hermano Pablo dejó este mundo el 27 de enero de 2012 para encontrarse con su Señor pero el programa Un mensaje a la conciencia continúa en la voz de Carlos Rey.
Fuente http://luzyvida.com.sv/47_04.html
Para continuar equipando su ministerio descargue la aplicación de La Fuente y suscríbase
La voz que resuena en millones de conciencias Paul Finkenbinder, conocido como el Hermano Pablo.
Nació en Puerto Rico en 1921 de padres misioneros. Creció hablando español e inglés, y con un profundo amor a las misiones.
Inició su ministerio en 1942 con su esposa Linda en El Salvador. En 1955, movido por la mano de Dios, decidió usar la radio como medio de evangelización, a pesar del alto costo de los espacios radiofónicos y la falta de experiencia en el medio. Se comunicó con una de las radios y contrató un espacio de quince minutos.
Corría el año de 1962 y una mañana, cuando el hermano Pablo llegó a la emisora para entregar las cintas grabadas para la siguiente semana, el gerente dijo que necesitaba hablar con él unos minutos:
– Hemos hecho una encuesta y hemos comprobado que cuando usted está en el aire con su programa a las 6:45 de la mañana, nosotros perdemos una considerable cantidad de audiencia. Creo que el problema está en que a esa hora nadie está dispuesto a escuchar un largo monólogo sobre Dios. Usted debería ocupar un espacio a eso de las cuatro de la tarde, cuando las mujeres están en sus casas y pueden sentarse tranquilamente a escuchar un mensaje de Dios.
El hermano Pablo lo contempló un largo rato. Eso era como un balde de agua fría que apagaba su euforia y visión. Por supuesto, no compartía la opinión del gerente. Pero, de todos modos,- pensó -, esta gente algo debe saber de radio; por algo están en el negocio; quizás si se cambia el horario la atención de la audiencia mejorará.
-¿Tiene usted alguna otra sugerencia que hacerme? –preguntó el hermano Pablo.
-Sí, tengo otra, pero quién sabe si le va gustar. ¿Por qué no hace un microprograma de tres a cuatro minutos?
-¿Un programa de cuatro minutos? -El hermano Pablo quedó estupefacto.- ¡Tengo tanto que decir, que quince minutos apenas alcanzan!
-Hagamos una prueba -dijo el gerente. Elija usted al azar cualquiera de sus discursos de quince minutos; tráigamelo y yo lo voy a reducir a tres minutos y verá usted que nada esencial habré de dejar afuera.
-¿De veras? -replicó el hermano Pablo.
-Tan cierto como que estoy hablando con usted.
-Bueno, deme entonces un par de semanas para pensarlo.
El hermano Pablo consultó con personas del entorno cristiano. Todos opinaban que no. “Si los cristianos dicen que el programa es demasiado corto, entonces, es demasiado largo para la gente que quiero alcanzar”, concluyó el hermano Pablo. Y tomó la decisión. Reduciría el programa a cuatro minutos y lo dirigiría exclusivamente a los inconversos. Se dirigió a la emisora y aceptó la proposición del gerente.
Casi instantáneamente el director de programación le sugirió llamar al programa: “Un Mensaje a la Conciencia”. Era un nombre hermoso, magnífico. El programa era ahora como debía ser: sencillo, enérgico, llamativo, e interesante a todos los públicos.
En 1964 el hermano Pablo se trasladó a Costa Mesa, California y formó su organización radial dirigida a toda Latinoamérica. Hoy, el programa se transmite por radio, televisión e internet. También se imprime en importantes periódicos del mundo.
El hermano Pablo dejó este mundo el 27 de enero de 2012 para encontrarse con su Señor pero el programa Un mensaje a la conciencia continúa en la voz de Carlos Rey.
Fuente http://luzyvida.com.sv/47_04.html
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