Imagine que usted es un padre de familia y está caminando a través del bosque junto con su hijo de 6 años de edad. De repente, su hijo ve ...
Imagine que usted es un padre de familia y está caminando a través del bosque junto con su hijo de 6 años de edad. De repente, su hijo ve una serpiente de cascabel venenosa. Esta es la primera vez que su hijo ha visto a una serpiente así que usted decide darle una pequeña lección acerca de zoología. Le explica qué es una serpiente y cuán importante es para mantener a los ratones bajo control porque su hijo conoce acerca de los ratones. Los ha visto en la casa y se le ha dicho que estos pueden ocasionar enfermedades y hay que matarlos. Sin embargo, usted no le dice a su hijo que las serpientes de cascabel son venenosas y que no debe acercarse a una. Todos dirían que usted no es un buen padre porque no le dijo a su hijo una parte importante de la verdad acerca de las serpientes.
Sin embargo, cada día sucede lo mismo en muchas, si no es que en la mayoría de las escuelas cristianas alrededor del mundo. Queremos enseñar a nuestros estudiantes las verdades que están en nuestro currículo nacional o en los libros de texto porque eso es lo que los maestros hacen, ¿no es cierto? Nos felicitamos a nosotros mismos cuando los estudiantes son capaces de pasar al siguiente grado porque hemos hecho lo que se espera que hagamos.
No obstante, a veces no presentamos las verdades bíblicas importantes en las lecciones que necesitan esa verdad adicional para comprenderlas completamente porque no aparecen en el currículo, en los libros de texto o en la guía del maestro. (...) De alguna forma, la Biblia trata cada material que se enseña. En algunas materias la integración es más obvia que en otras.
Por ejemplo, la Historia está bajo el control de Dios. Dios permitió y permite que la maldad exista porque no quiere que robots le adoren. Quiere tener una relación con las personas que en realidad le aman y que no se sienten forzadas a hacerlo. Usted no puede tener una relación importante con un robot así que Él nos ha dado la habilidad para elegir hacer lo bueno o lo malo.
La historia está llena de narraciones de hombres y países que decidieron hacer lo malo pero en cada situación, el bien triunfa sobre el mal. La voluntad de Dios y los planes nunca se frustran (Salmos 33.10-11). Dios establece los límites de la maldad y hasta dónde llega.
Se necesita enfatizar esto cuando se enseña historia. Alejandro el Grande, Napoleón, Hitler, todos ellos querían conquistar el mundo pero al final se les negó su deseo. Los dictadores totalitarios como el emperador romano Nerón, fueron colocados por Dios en ese cargo pero su tiempo de autoridad estaba limitado al calendario de Dios y Él nunca aprobó sus hechos pecaminosos.
Nuestros estudiantes deben recordar esto cuando enfrentan la maldad hoy en día. En otras materias no es tan obvio. La clase de computación pareciera no tener necesidad de integración bíblica. Las computadoras no existían en los tiempos bíblicos, ¿verdad? Pero… ¡no es cierto! Tal y como nosotros conocemos lo que es una computadora no existía en el tiempo bíblico, pero en realidad hubo supercomputadoras en el tiempo de Adán.
Las computadoras son un invento humano que trata de duplicar las funciones del cerebro humano. El cerebro de cada ser humano es una supercomputadora mucho más poderosa que cualquier máquina inventada por el hombre. No existe una computadora que pueda duplicar todo lo que nuestro cerebro hace. Incluso las computadoras pueden resolver algunos problemas más rápido que nuestro cerebro, pero las computadoras son una imitación de una de las creaciones más grandes de Dios: el cerebro humano.
La computación enseña que puede obtener de una computadora lo que ha guardado en ella. Si usted guarda basura, solamente obtendrá basura. De igual forma, nuestro cerebro procesa la información. Si guardamos basura en nuestra mente, entonces saldrá basura (Mateo 12.34-35) pues lo que sale de nuestra boca proviene de lo que tenemos guardado en nuestro corazón. La basura entra disimulada de diferentes formas.
Podemos navegar en internet para encontrar la manera de hacer una bomba para matar a alguien o podemos usarla para ver pornografía, o podríamos usarla para acosar a alguien que no nos agrada, a través de correos electrónicos o de Facebook.
Debemos enseñarle a nuestros estudiantes cómo usar los inventos y descubrimientos del hombre de manera positiva y tener dominio propio en lo que permitimos que entre a nuestra mente. Filipenses 4.8 nos da lineamientos de lo que está bien que veamos (esas cosas son: lo verdadero, respetable, justo, amable, digno de admiración, etc.). Estos lineamientos son los que hay que seguir cuando ingresamos a nuestras computadoras.
Este tema sería integración bíblica para la clase de computación y de Biblia. Solo podemos enseñar lo que sabemos. Si no conocemos lo que la Biblia enseña, no sabremos integrarla o cuándo integrarla.
Es importante que los maestros sean estudiantes de la Palabra de Dios, leyéndola cada día desde la perspectiva de un maestro que piensa en lo que va a enseñar para obtener la sabiduría que se encuentra en ella. Allí es donde inicia la integración bíblica: en la cosmovisión bíblica del maestro que se desarrolla al estudiar la Palabra de Dios.
Los recursos tales como los libros de texto, discos, conferencias para maestros, etc., son buenas fuentes secundarias pero deben compararse siempre con la Palabra de Dios para eliminar cualquier error.
Este es una parte del artículo “Integración bíblica en el aula” tomado de la Revista Educación Escolar Cristiana, publicada por ACSI Latinoamérica. Volumen 1, Año 2011, páginas 20-22.
Thomas Hilgeman, M.A., posee una maestría del Grace Theological Seminary en Administración Escolar y dos licenciaturas: Moody Bible Institute como licenciado en Misiones Extranjeras y de Houghton University en Administración e idioma español. Actualmente es director de Servicios Académicos de ACSI Latinoamérica.
Sin embargo, cada día sucede lo mismo en muchas, si no es que en la mayoría de las escuelas cristianas alrededor del mundo. Queremos enseñar a nuestros estudiantes las verdades que están en nuestro currículo nacional o en los libros de texto porque eso es lo que los maestros hacen, ¿no es cierto? Nos felicitamos a nosotros mismos cuando los estudiantes son capaces de pasar al siguiente grado porque hemos hecho lo que se espera que hagamos.
No obstante, a veces no presentamos las verdades bíblicas importantes en las lecciones que necesitan esa verdad adicional para comprenderlas completamente porque no aparecen en el currículo, en los libros de texto o en la guía del maestro. (...) De alguna forma, la Biblia trata cada material que se enseña. En algunas materias la integración es más obvia que en otras.
Por ejemplo, la Historia está bajo el control de Dios. Dios permitió y permite que la maldad exista porque no quiere que robots le adoren. Quiere tener una relación con las personas que en realidad le aman y que no se sienten forzadas a hacerlo. Usted no puede tener una relación importante con un robot así que Él nos ha dado la habilidad para elegir hacer lo bueno o lo malo.
La historia está llena de narraciones de hombres y países que decidieron hacer lo malo pero en cada situación, el bien triunfa sobre el mal. La voluntad de Dios y los planes nunca se frustran (Salmos 33.10-11). Dios establece los límites de la maldad y hasta dónde llega.
Se necesita enfatizar esto cuando se enseña historia. Alejandro el Grande, Napoleón, Hitler, todos ellos querían conquistar el mundo pero al final se les negó su deseo. Los dictadores totalitarios como el emperador romano Nerón, fueron colocados por Dios en ese cargo pero su tiempo de autoridad estaba limitado al calendario de Dios y Él nunca aprobó sus hechos pecaminosos.
Nuestros estudiantes deben recordar esto cuando enfrentan la maldad hoy en día. En otras materias no es tan obvio. La clase de computación pareciera no tener necesidad de integración bíblica. Las computadoras no existían en los tiempos bíblicos, ¿verdad? Pero… ¡no es cierto! Tal y como nosotros conocemos lo que es una computadora no existía en el tiempo bíblico, pero en realidad hubo supercomputadoras en el tiempo de Adán.
Las computadoras son un invento humano que trata de duplicar las funciones del cerebro humano. El cerebro de cada ser humano es una supercomputadora mucho más poderosa que cualquier máquina inventada por el hombre. No existe una computadora que pueda duplicar todo lo que nuestro cerebro hace. Incluso las computadoras pueden resolver algunos problemas más rápido que nuestro cerebro, pero las computadoras son una imitación de una de las creaciones más grandes de Dios: el cerebro humano.
La computación enseña que puede obtener de una computadora lo que ha guardado en ella. Si usted guarda basura, solamente obtendrá basura. De igual forma, nuestro cerebro procesa la información. Si guardamos basura en nuestra mente, entonces saldrá basura (Mateo 12.34-35) pues lo que sale de nuestra boca proviene de lo que tenemos guardado en nuestro corazón. La basura entra disimulada de diferentes formas.
Podemos navegar en internet para encontrar la manera de hacer una bomba para matar a alguien o podemos usarla para ver pornografía, o podríamos usarla para acosar a alguien que no nos agrada, a través de correos electrónicos o de Facebook.
Debemos enseñarle a nuestros estudiantes cómo usar los inventos y descubrimientos del hombre de manera positiva y tener dominio propio en lo que permitimos que entre a nuestra mente. Filipenses 4.8 nos da lineamientos de lo que está bien que veamos (esas cosas son: lo verdadero, respetable, justo, amable, digno de admiración, etc.). Estos lineamientos son los que hay que seguir cuando ingresamos a nuestras computadoras.
Este tema sería integración bíblica para la clase de computación y de Biblia. Solo podemos enseñar lo que sabemos. Si no conocemos lo que la Biblia enseña, no sabremos integrarla o cuándo integrarla.
Es importante que los maestros sean estudiantes de la Palabra de Dios, leyéndola cada día desde la perspectiva de un maestro que piensa en lo que va a enseñar para obtener la sabiduría que se encuentra en ella. Allí es donde inicia la integración bíblica: en la cosmovisión bíblica del maestro que se desarrolla al estudiar la Palabra de Dios.
Los recursos tales como los libros de texto, discos, conferencias para maestros, etc., son buenas fuentes secundarias pero deben compararse siempre con la Palabra de Dios para eliminar cualquier error.
Este es una parte del artículo “Integración bíblica en el aula” tomado de la Revista Educación Escolar Cristiana, publicada por ACSI Latinoamérica. Volumen 1, Año 2011, páginas 20-22.
Thomas Hilgeman, M.A., posee una maestría del Grace Theological Seminary en Administración Escolar y dos licenciaturas: Moody Bible Institute como licenciado en Misiones Extranjeras y de Houghton University en Administración e idioma español. Actualmente es director de Servicios Académicos de ACSI Latinoamérica.