Es admirable lo que una sola semilla puede producir; y no me refiero precisamente al tamaño de una planta, sino a la cantidad numerosa de ...
Es admirable lo que una sola semilla puede producir; y no me refiero precisamente al tamaño de una planta, sino a la cantidad numerosa de semillas que surgen a partir de esa pequeña materia. En unos años, la semilla se multiplica exponencialmente; literalmente, en miles de semillas. Este principio de multiplicación también acontece en todo ser humano. Es decir, cada persona tiene poder de influencia sobre otros, y estos a su vez, en otros. ¡Cuánto más aquellas que están en una posición de liderazgo!
Entendiendo esta Ley, la de la Multiplicación, me lleva a considerar cuan importante es “la calidad” “el tipo de semilla” que es plantada en cada congregación, específicamente a través de los pastores. La calidad de mi vida espiritual tendrá un impacto positivo o negativo en los demás.
Mis fortalezas y mis debilidades tendrán un impacto considerable en la edificación de los santos. Afirmar lo contrario, sería como querer escondernos de una realidad que es palpable ante nuestros ojos. Por algo se dice que la calidad del cuerpo es el fiel reflejo del liderazgo.
En toda organización, los liderados tienen la tendencia natural de seguir el ritmo de aquellos que van al frente, como de incorporar los valores que observan, sean estos positivos o negativos. La Iglesia vive la misma realidad, y no deberíamos esperar lo contrario, aunque “cada uno dará cuenta de sí…” Esto me lleva a hacer varias preguntas: ¿Quiero una iglesia espiritual? ¿Una iglesia intercesora? ¿Una iglesia que conozca el Reino de Dios y lo viva? ¿Una iglesia que ofrende con generosidad? ¿Una iglesia que marque presencia en las diferentes áreas de la sociedad? ¿Una iglesia que viva en el temor del Señor? ¿Una iglesia que crezca en números? ¿Una iglesia que ame al Señor, más que a cualquier cosa? Podría mencionar otras preguntas más, pero el sentido es este, el futuro que queremos, según la voluntad de Dios, está en proporción directa con lo que sembremos.
Asumiendo que “tu semilla” es tan importante, porque afectará el destino de los demás, deberías considerar seriamente de que estás hecho, pues es eso lo que vas a dar, y por ende, lo que otros serán, y que a su vez, otros posteriores también serán, por la influencia de ellos.
Recuerda que cuando Dios ve tu vida, no solo te ve a ti, sino a muchos otros que van pisando tus huellas.
Acerca del autor
Pr. Marcos Vergara (marcos_vergara1@hotmail.com) pastorea la Comunidad Nuevo Pacto, en Asunción, Paraguay. Está casado con Alicia y tienen dos hijos.
Para continuar equipando su ministerio descargue la aplicación de La Fuente y suscríbase
Entendiendo esta Ley, la de la Multiplicación, me lleva a considerar cuan importante es “la calidad” “el tipo de semilla” que es plantada en cada congregación, específicamente a través de los pastores. La calidad de mi vida espiritual tendrá un impacto positivo o negativo en los demás.
Mis fortalezas y mis debilidades tendrán un impacto considerable en la edificación de los santos. Afirmar lo contrario, sería como querer escondernos de una realidad que es palpable ante nuestros ojos. Por algo se dice que la calidad del cuerpo es el fiel reflejo del liderazgo.
En toda organización, los liderados tienen la tendencia natural de seguir el ritmo de aquellos que van al frente, como de incorporar los valores que observan, sean estos positivos o negativos. La Iglesia vive la misma realidad, y no deberíamos esperar lo contrario, aunque “cada uno dará cuenta de sí…” Esto me lleva a hacer varias preguntas: ¿Quiero una iglesia espiritual? ¿Una iglesia intercesora? ¿Una iglesia que conozca el Reino de Dios y lo viva? ¿Una iglesia que ofrende con generosidad? ¿Una iglesia que marque presencia en las diferentes áreas de la sociedad? ¿Una iglesia que viva en el temor del Señor? ¿Una iglesia que crezca en números? ¿Una iglesia que ame al Señor, más que a cualquier cosa? Podría mencionar otras preguntas más, pero el sentido es este, el futuro que queremos, según la voluntad de Dios, está en proporción directa con lo que sembremos.
Siembra un pensamiento y cosecharás una acción;
Siembra una acción y cosecharás un hábito;
Siembra un hábito y cosecharás un carácter;
Siembra un carácter y cosecharás un destino.
Samuel Smiles
Asumiendo que “tu semilla” es tan importante, porque afectará el destino de los demás, deberías considerar seriamente de que estás hecho, pues es eso lo que vas a dar, y por ende, lo que otros serán, y que a su vez, otros posteriores también serán, por la influencia de ellos.
Te presento algunas consideraciones:
1- Los demás recibirán de lo que te alimentes. Hay un dicho que manifiesta lo siguiente: “Somos lo que comemos”. Jesús reveló que “de la abundancia del corazón habla la boca”. Por lo tanto, es de suma importancia el tipo de información que consumes, y aun, el tipo de personas con quienes compartes la mayor parte del tiempo.
2- Lo que eres cuando nadie te ve, tarde o temprano es lo que se manifestará a los demás. Por lo tanto, ¡fortalece a ese hombre interior! Las mayores batallas se libran en la soledad. Si vences allí, vencerás afuera. Los demás desearán tener esa misma victoria y conocerán el camino.
3- El inicio de tu día determinará en gran medida el resultado al final del día. Martín Lutero, tan extenuado por tanto trabajo y en tantos frentes, dijo una vez: “No puedo culminar en el día las múltiples tareas si primero no oro, al menos 3 horas antes de iniciar la jornada”. Invierte tiempo a solas con Dios, antes de salir a enfrentar los diferentes desafíos. Vas a tener “un Alguien” y “un algo” que compartir con aquellos que Dios ponga en tu camino.
4- Proponte entrar a un nuevo nivel espiritual. ¡Pelea por tener lo mejor de Dios! Tu hambre por algo nuevo de Dios, tu voluntad de abandonar viejos paradigmas y de abrazar un campo nuevo, te llevarán a un crecimiento que beneficiará enormemente a quienes Dios ha puesto a tu lado.
5- Comparte siempre lo que Dios te ha dado. El mantener las aguas en movimiento hará que estas no se estanquen y con el tiempo hiedan. Todo músculo que trabaja, dará todavía más de sí, pero los que no se usan, se atrofian. Los talentos son quitados a los que no produjeron y les fueron añadidos a quienes produjeron más. Pastor querido, mantente produciendo y Dios te añadirá todavía más.
6- Por último, sé radical por Cristo, pero busca el balance en tu vida personal. Con el tiempo observarás que tendrás alrededor personas radicales por el Señor y a la vez saludables en su estilo de vida.
Recuerda que cuando Dios ve tu vida, no solo te ve a ti, sino a muchos otros que van pisando tus huellas.
Acerca del autor
Pr. Marcos Vergara (marcos_vergara1@hotmail.com) pastorea la Comunidad Nuevo Pacto, en Asunción, Paraguay. Está casado con Alicia y tienen dos hijos.
Para continuar equipando su ministerio descargue la aplicación de La Fuente y suscríbase